17 de octubre de 1945 / 17 de octubre de 2013: como entonces, dos proyectos de país continúan en pugna

MAXIMILIANO BORCHES

El 17 de octubre de 1945, fue el punto de inflexión en la pugna de dos proyectos de país: uno, liberal en lo económico y conservador en lo político, cuyos únicos privilegiados eran las clases dominantes, destacándose la oligarquía terrateniente; y el otro, donde comenzaban a priorizarse los intereses de las mayorías populares, desahuciadas y expoliadas desde la derrota en la batalla de Caseros, que habían encontrado al fin, en la figura del coronel Juan Domingo Perón, su síntesis más acabada de expresión y de transformación política y social.

Este 17 de octubre de 2013, una vez más, vuelven a enfrentase dos modelos antagónicos de país: el que viene transformando la realidad de nuestro pueblo desde hace diez años; ampliando derechos, priorizando el mercado interno y recuperando soberanía nacional en función de los intereses estratégicos de la Patria Grande sudamericana; y su antagónico, que pretende terminar con aquellas conquistas políticas y sociales que atienden los intereses de las mayorías, para volver a repartir la torta entre unos pocos, y atacan, desde una concepción tilinga y cipaya, todos los esfuerzos que se vienen desarrollando para lograr la integración definitiva de nuestros pueblos, porque entienden muy bien, que si nos unimos somos infinitamente más poderosos que si atravesamos la historia separados.

Estos sectores, que no logran encontrar una figura política que los represente, compiten entre sí para ganarse el puesto “del más lacayo y obediente” representante de los intereses corporativos locales y multinacionales, cuyo único fin es lograr el disciplinamiento social, mediante la ejecución de políticas de desempleo y ajuste, el enfriamiento de la economía y la sumisión absoluta ante los organismos internacionales de crédito, tales como el FMI, Banco Mundial, etc., para lograr de esa manera, expandir sus ganancias extraordinarias y obtener más poder del que ya detentan, para continuar disputándose el destino de millones de trabajadores y trabajadoras, cuyo único interés es transformarlos en mano de obra barata.

Estos dirigentes políticos, algunos de ellos integrantes de partidos centenarios, otros, representantes de aquellos sectores privilegiados, que gracias a sus negociados con las distintas dictaduras cívico­­-militares-eclesiásticas, han visto crecer sus fortunas de manera exponencial; junto a los candidatos-lobbystas de grandes bancos y financieras internacionales, representantes de aquel difuso espacio ideológico denominado “centro-izquierda”, como así también, aquellos fetiches del peronismo, en algunos casos, y traidores, en otros, que cuentan con el amparo de todo el poder de fuego que les brindan los grandes emporios comunicacionales y la complicidad permanente de importantes sectores del Poder Judicial, que ninguneando ciertas leyes votadas en democracia, por los máximos representantes del Poder Legislativo, no hacen más que trabar el funcionamiento normal del proceso democrático, con la única finalidad de mantener intocables ciertos intereses y perjudicar a un gobierno, que pese a algunas contradicciones, ha decidido enfrentar a determinadas corporaciones, en función de los intereses populares.

Esta confrontación entre dos modelos antagónicos de país, desarrollada tanto en 1945 como en la actualidad, no es la invención de la mirada sesgada de un grupo, movimiento o partido político aislado, sino, que es el inevitable resultado de la lucha entre distintos intereses. Es por este motivo, que el entonces diputado y secretario privado de J.D.Perón, John William Cook, afirmara que: “el peronismo es el hecho maldito del país burgués”.

Lealtad

Como dijo Arturo Jauretche: “El 17 de octubre, más que representar la victoria de una clase, es la presencia del nuevo país con su vanguardia más combatiente y que más pronto tomó contacto con la realidad propia”.

A partir de la irrupción en la escena política vernácula, del Movimiento Nacional Justicialista, emblema nacional del peronismo, y de su máxima figura, el entonces coronel Juan Domingo Perón, el concepto de “Lealtad” se transformó en uno de los más caros dentro del movimiento, ya que el mismo, guarda relación directa con las conquistas sociales que comenzaron a obtenerse y con el desarrollo pleno de las fuerzas productivas nacionales, en función de objetivos comunes: la dignidad del pueblo y el crecimiento de la Patria.

El 17 de octubre de 1945, no sólo fue el punto de partida de la revolución social encarnada por aquel movimiento de masas, espontáneo, que pedía por la liberación de su conductor estratégico, sino que representó los intereses más genuinos del movimiento obrero organizado en su lucha por hacer prevalecer sus derechos y se transformó –para siempre- en una bisagra histórica, donde los sectores privilegiados, enriquecidos desde mediados del siglo XIX, comenzaron a ser menos privilegiados y las mayorías populares se convirtieron en protagonistas directas de la concreción de sus sueños, esperanzas y futuro, al empezar a escribir la historia de amor más bella y emotiva del acontecer nacional: aquella que comenzó a gestarse entre un líder y su pueblo y que perdura hasta nuestros días.