El ministro bonaerense Juan Martín Mena reveló que un secretario de la magistrada contó que su jefa le pidió que sacara el teléfono de la caja de seguridad y se lo entregara a ella. La cronología del hecho y las nuevas medidas del expediente.
A casi dos años del intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner todavía no se sabe cómo fue que quedó dañado en los inicios de la investigación el celular del principal acusado, Fernando Sabag Montiel, el hombre que intentó dispararle el 1 de septiembre de 2022. Pero una reciente declaración testimonial dejó en una posición complicada a la jueza de esa causa, María Eugenia Capuchetti, al abrir dudas sobre qué pasó con el teléfono durante el transcurso del día que estuvo en su juzgado. Juan Martín Mena, quien era viceministro de Justicia al momento del atentado, reveló que un secretario de la magistrada le dijo meses después del ataque que su jefa le había pedido en esas primeras horas cruciales que lo sacara de la caja de seguridad del despacho y se lo diera a ella. Más tarde –y esta es la parte ya conocida– su custodia lo llevó a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) en Ezeiza y, según el acta que quedó como constancia, fue entregado en un sobre abierto (sin cadena de custodia), estaba encendido y tenía un mensaje de alerta en letras rojas. Cuando los peritos quisieron salir de esa leyenda y extraer la información, el teléfono quedó reseteado de fábrica.
Nunca hasta el día de hoy fueron recuperados chats de Whatsapp u otras aplicaciones del celular de Sabag Montiel. Solo algunos grupos de Telegram. Más allá de conversaciones suyas que aparecieron en celulares de otras personas, no se sabe con quién ni de qué hablaba. De las tarjetas SIM y de memoria se obtuvieron fotos relevantes, entre ellas las que lo muestran tanto a él como a su exnovia, Brenda Uliarte, posando con el arma que usó para el atentado, así como otras que exhiben las balas que tenía guardadas en una caja en su casa. También fue hallada una selfie del acusado con Javier Milei. El contenido teléfono es clave en la esperanza de encontrar alguna pista sobre qué hubo detrás del intento de asesinato. No es seguro que ahí aparezca algo, pero es una de las evidencias más preciadas en una causa de este tenor
Por qué Mena
Mena es ministro de Justicia de la provincia de Buenos Aires y al momento del atentado era el número dos de Martín Soria en la cartera de Justicia de Nación. Hace años que es alguien de extrema confianza para CFK y se ocupa del seguimiento de la causa judicial sobre el atentado, además de sus ramificaciones, y de analizar con ella los pasos a seguir. Le tocó declarar como testigo ante la jueza María Servini, quien investiga cómo fue que quedó averiado y borrado el celular de Sabag Montiel.
Mena contó que meses después del atentado tuvo una conversación con uno de los secretarios de Capuchetti, Federico Clerc, un joven que ya no interviene en el expediente, pero que tuvo un papel estelar cuando hizo detener a una formación del tren San Martín e impidió que se fugara Uliarte después de pasar por delante de las narices de los policías que debían monitorear la casa en Barracas donde estaba con algunos de los llamados “copitos”. Mena declaró que cuando le expresó sus quejas “por el devenir bastante desastroso a mi entender de la investigación” –dice su testimonio– “le recriminó puntualmente por la rotura del teléfono y lo que pasó a lo largo de ese día en el juzgado con ese teléfono, que si estaba en una caja fuerte debidamente cerrado y con una cadena de custodia no debía haber pasado nada con ese teléfono”.
Ahí fue cuando Mena hizo sobresaltar a todos los que estaban presentes, incluida la juez Servini: “El doctor Clerc me responde ‘El teléfono estaba en la caja fuerte, y durante el día solo saqué a requerimiento de la dra Capuchetti para dárselo a ella’“. “No recuerdo que me haya dicho el horario en que pasó esto –aclaró el ministro/testigo–, pero entendí que hacía referencia a que había pasado el mediodía, mucho antes de ir a la PSA. No me dijo por qué se lo había pedido o para qué. Quise profundizar sobre el punto y no lo logré”. Aclaró que quería “dejar a salvo el buen rol del doctor Clerc, que hizo todo lo que pudo y estuvo a su alcance” en el caso.
Clerc había declarado unos días antes en el juzgado de Servini. Quedó claro que él tenía la llave de la caja fuerte, pero no mencionó que Capuchetti le haya pedido que sacara el teléfono de Sabag Montiel durante el día posterior al atentado. Solo dijo que lo extrajo para enviarlo al laboratorio de la PSA en Ezeiza hacia la noche. Previamente, describió, una empleada abrió el sobre para verificar en qué condiciones se encontraba, lo vio encendido y lo cerró con ganchos. La mujer, Mercedes Gasipi, declaró lo mismo: que dejó el sobre cerrado para que Priscilla Santillán, la cabo de la Policía Federal que custodia el juzgado de Capuchetti lo llevara a la PSA, como le había ordenado la jueza.
Santillán también declaró y afirmó que llevó el sobre cerrado a la PSA. Pero un acta que ella misma firmó la desmiente, al igual que el testimonio del ex director de Inteligencia Criminal, Damián Neustadt, quien dijo que estaba con los peritos de la PSA cuando la mujer llegó a Ezeiza en la noche del 2 de septiembre de 2022. Traía el sobre bajo el brazo abierto, el teléfono encendido, con el cartel que decía “Samsung Galaxy A50-WARNING: CMDLINE PARAMETER”. Lo habían dicho ya la oficial de la PSA Camila Seren y el subinspector Pablo Kaplan apenas ocurrido este episodio. Estos dos últimos son los únicos imputados hasta ahora por Servini, junto con el cabo de la Federal Alejandro Heredia, quien hizo el primer peritaje fallido.
Nuevas medidas
Algunos testigos pueden estar en problemas, pero todavía no está claro quién quedará peor parado/a. Servini volvió a citar al secretario Clerc, al secretario Leandro Noguera (quien se había subido al auto de Santillán rumbo a Ezeiza pero se bajó en su casa) y a dos empleados del juzgado. Pidió también el testimonio del fiscal Eduardo Taiano (quien reemplazó a Carlos Rívolo unas horas esa noche) y del exdefensor oficial de Sabag, Juan Martín Hermida, así como expertos de Gendarmería, Policía Federal y la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico de la Procuración, que interviene en el peritaje actual del celular. Hermida, como funcionario, pidió contestar por escrito.
Este jueves volvió a declarar Juan Ramón Meza, encargado de un edificio de Recoleta que fue testigo del procedimiento sobre Sabag Montiel. Dijo que no se acordaba nada. Hasta que le mostraron su declaración anterior y la ratificó: había dicho cosas que ningún otro testigo dijo, como que cuando la policía secuestró el celular estaba encendido, intentaron desbloquearlo y la pantalla quedó azul. Luego lo pusieron en un sobre con precintos y en un maletín. Servini reclamó la filmación del procedimiento y, entre otras cosas, la geolocalización del auto de Santillán la noche que llevó el celular a la PSA, la nómina del personal de esa fuerza que prestó funciones entre el 2 y 4 de septiembre de 2022, el acta donde consta el estado en que llegó el teléfono, informes a la empresa Samsung y que la israelí Cellebrite explique si la leyenda que apareció en rojo puede ser propia del sistema de extracción de datos UFED, entre otras cosas.
La cronología
En su declaración, Mena relató desde el instante en que se enteró por televisión que algo grave había ocurrido pero no entendía qué. Hablaban de un arma y se descompuso de los nervios. Fue a toda velocidad a la vivienda de la vicepresidenta. “Estuve con ella unos minutos para ver cómo estaba a nivel personal”, recordó. Luego fue a “averiguar qué había pasado y colaborar con la investigación”. En la calle, cerca de las 22.30, se encontró con una carpa montada a unos metros de la escena del hecho y, al lado, un patrullero donde estaba Sabag Montiel. La carpa tapaba las puertas del móvil. Estaba –señaló– el subjefe de la Policía Federal Osvaldo Mato (el jefe, Juan Carlos Hernández, estaba de viaje y no volvió). Miró adentro del auto y vio que Sabag Montiel estaba esposado pero aún tenía sus pertenencias. Cuando llegó la Policía Científica lo metieron en el gazebo. “Yo estaba muy preocupado por los elementos que se le pudieran secuestrar al atacante, por eso me quedé mirando” desde un costado, dijo Mena.
Reseñó cómo le vaciaron los bolsillos del pantalón y la campera: tenía papeles, anillos, una tarjeta Sube, un ticket de un tatuador de Quilmes, monedas, el celular y un cargador. Quedó todo exhibido en el piso. A pocos metros la militancia seguía cantando. Un policía “inmediatamente le sacó el chip” al teléfono. “Aparentemente el celular no tenía carga, esto lo escuché pero yo no lo vi. Le extraen las tarjetas al teléfono y se las pegan atrás. Completan las planillas de rigor y lo revisan a Sabag Montiel”, declaró. Según el funcionario, todo fue guardado en bolsas de evidencias y se labraron actas frente a testigos, en un procedimiento filmado duró cerca de una hora. En el ínterin habló con el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández. Estaban el director de Inteligencia Criminal, Damián Neustadt, el custodio histórico custodia de CFK, Diego Carbone, y el exsuperintendente Alejandro Ñamandú. Al saber que la jueza de turno era Capuchetti la llamó y le avisó que se verían en Comodoro Py. Ella estaba por salir de su casa.
La Policía tenía orden de llevar a Sabag Montiel para la sede de la calle Cavia y las pruebas iban para el juzgado en Retiro. Eran varios autos. “Yo especialmente me subí al que llevaba la prueba”, enfatizó Mena. “Vi que el teléfono no fue manipulado durante el viaje” y que se cumplió con “la cadena de custodia”. Mena dijo que se quedó hasta la mañana siguiente en el juzgado. “Tanto a la doctora Capuchetti como al doctor Clerc les manifesté mi preocupación en particular por el teléfono y el arma, y me dijeron que me quedara tranquilo”, contó. Les ofreció colaboración del Estado Nacional. Respecto del teléfono “la jueza dijo que la pericia la hiciera la Policía Federal porque iba a ser la fuerza encargada de la investigación”. Convocó a los peritos de Cibercrimen a su despacho, pese a que –según Mena– el director de inteligencia criminal le había dicho que la PSA tenía una versión “PREMIUM” del sistema UFED usado para extraer información.
A las seis de la mañana, relató, apareció Clerc y anunció que habían descargado “un millar de fotografías” pero “no se había podido acceder al teléfono”. “No se comentó que estuviera roto, dañado o con algún error. Pero cuando dice eso yo pregunto ‘¿y el teléfono?’ y Clerc me muestra una llave y me dice ‘quedate tranquilo que ya está en la caja’…”, testificó Mena. Más tarde le informaron que mandarían el equipo a la PSA. “A las diez u once de la noche recibo un llamado de Neustadt (estaba en la PSA en Ezeiza) que me dice ‘che tenemos un problemón, el teléfono llegó con el sobre abierto, prendido y roto”, repasó el momento de nerviosismo. “Roto” aludía a un “mensaje de error”. Cuando pidió más información supo que el traslado lo había hecho la custodia del juzgado de Capuchetti. Neustadt le dijo que ella estaba ahí con él y los peritos y que firmó el acta que describía las condiciones en las que había llegado el celular.
“Llamé a la doctora Capuchetti muy enojado –sinceró Mena– por lo que había ocurrido, preguntando qué había pasado que el personal de su juzgado había llevado el equipo en esas condiciones y por qué no convocó a personal específico para el traslado de semejante prueba, que el teléfono había estado en todo momento en su juzgado. Tuvimos una discusión bastante fuerte con la doctora Capuchetti donde yo trataba de que tome dimensión de que era la prueba más importante que había en el caso del atentado contra la vicepresidenta. Discutimos largo rato y en un momento me dice, cuando le recrimino la ruptura de la cadena de custodia, que para ella no regía la cadena de custodia. Ahí le contestó con qué códigos y manuales se estaba manejando, le discuto lo que acababa de decir, que la cadena de custodia alcanza a todas las personas que manipulan una prueba, y ella me contesta que no, que rige para afuera del juzgado. Obviamente no nos pusimos de acuerdo…”.
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