En reserva el gremio de choferes reabrió su discusión salarial. Reclamó un 2% para compensar la pérdida del acuerdo anterior, que fijó 5,5% por un trimestre por presión del Gobierno, y un 8% más entre marzo y mayo. El pedido anticipa tensión con el Gobierno que amenaza con validar sólo ajustes de sueldos a la baja en comparación con la inflación.
El sindicato de Camioneros reabrió su paritaria 2025 y reclamó un ajuste trimestral de 8% hasta mayo y un 2% adicional como compensación por el desfasaje del último acuerdo salarial contra la inflación acumulada. La nueva negociación, que comenzó el martes pasado y tendrá su segundo capítulo el 14 de este mes, anticipa tensión con el Gobierno a partir de la expectativa oficial de encaminar un ritmo decreciente en las subas de sueldos pactadas en convenciones colectivas de trabajo, incluso tendientes a cero, tal como anticipó en exclusiva El Destape.
En la discusión previa, el gremio que lidera Hugo Moyano había pactado un incremento de 5,5% en tres tramos de diciembre a febrero, aunque estiró medio punto ese valor al ser acumulativas las cuotas entre sí, así como un bono de 600 mil pesos y la actualización de un aporte empresario a la obra social de la actividad. La principal novedad fue la distancia entre el pedido original y el resultado final: el gremio arrancó con un planteo de 15% para el trimestre y luego llegó a un preacuerdo en torno del 8% pero debió reducir el porcentual anunciado tras la presión de los ministerios de Economía y Capital Humano de no homologar ese entendimiento.
Camioneros acudió la semana pasada a la Secretaría de Trabajo resuelto a recuperar de arranque lo perdido en aquel arreglo, según sus cálculos. Con una inflación en diciembre de 2,7%, de 2,2% en enero y una estimación por arriba del 2% para febrero, el gremio estima en por lo menos dos puntos porcentuales la caída en el poder adquisitivo durante la vigencia de ese acuerdo. Mientras que el pedido de 8% para marzo, abril y mayo parece distante del optimismo del Gobierno respecto del proceso de desinflación que dice haber consagrado.
En la administración libertaria, sin embargo, consideran un triunfo haber reducido la nominalidad del entendimiento previo firmado por Moyano y advierten que sólo validarán nuevos ajustes con valores decrecientes. Puesto en práctica, este criterio implicaría homologar sólo incrementos por debajo del 5,5%, lejos del 10% que impulsa el gremio. La oferta que acercó hasta ahora Trabajo para los sindicatos es negociar ajustes a la baja para sus paritarias nacionales y estimular negociaciones superadoras pero en ámbitos menores de representación, ya sea por provincias, actividades o empresas individuales. Se trata de una alternativa resistida por el sindicalismo por implicar un golpe letal para el rango de representatividad nacional que ostentan en el modelo argentino.
Moyano deberá entonces convencer a las tres cámaras de transportistas de carga con las que negocia cada paritaria, Fadeeac, Faetyl y Catac, y además al Gabinete económico, decidido a utilizar los salarios como ancla inflacionaria este año. Y es que la negativa a homologar los convenios no fue una mera amenaza: lo concretó en la última discusión salarial de Sanidad y forzó a otros gremios a instrumentar sus aumentos para acomodarlos a una pauta descendente.
El camionero también lleva adelante la discusión en ausencia de su hijo mayor y hasta el año pasado triunviro de la CGT, Pablo Moyano. El dirigente, en los papeles adjunto del sindicato de choferes, renunció a su cargo en la central obrera tras constatar que su propio padre lo había desautorizado ante la “mesa chica” de la organización cuando desechó el paro nacional que Pablo agitaba por entonces en los medios de comunicación. Además de ejercer esa vocación confrontativa a nivel CGT, el mayor de los Moyano solía aplicarla en la paritaria de su actividad.
Más allá de haber reducido a casi un tercio su pretensión original, Camioneros compensó en aquel arreglo previo con la disposición acumulativa de cada suba mensual, así como con el adelantamiento en un mes de las cuotas del bono de fin de año respecto del de doce meses atrás (son cuatro pagos consecutivos de $ 150 mil de enero a abril). También logró poner a salvo el aporte empresario a favor de la obra social Oschoca y llevarlo de 14 a 16 mil pesos por chofer, pese a que en sectores del Ejecutivo advertían del interés del ministro Federico Sturzenegger por darlo de baja.
De hecho la crisis de la obra social camionera fue el principal detonante de la disputa entre Hugo y Pablo Moyano: el hijo mayor le endilga a su padre, desde hace años, haber delegado la suerte de la prestadora de salud en su última esposa, Liliana Zulet, que mantiene el control a través de su gerenciadora, Iarai. El mayor encono de Pablo pasa por el constante deterioro de la obra social que contrasta con la aparente prosperidad de la empresa de su madrastra.
FUENTE EL DESTAPE