“Reconocemos la recuperación”

Biró dice que su gremio no se va de la CGT, pero descarta marchar con Barrionuevo, Macri o Lavagna.

Antes de asumir en la Asociación de Pilotos, Biró explica por qué rompió con el moyanista Pérez Tamayo, a quien acaba de derrotar en elecciones. “Somos críticos de la gestión en Aerolíneas”, asegura, pero destaca “el esfuerzo del Gobierno para jerarquizar la empresa”.

Por Julián Bruschtein

“Creíamos que era casi imposible recuperar la empresa. Somos críticos de la gestión en Aerolíneas Argentinas, pero reconocemos el esfuerzo del gobierno nacional para recuperar y jerarquizar la empresa”, aseguró a Página/12 el secretario general electo de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), Pablo Biró, piloto de la aerolínea de bandera. Durante ocho años compartió con el moyanista Jorge Pérez Tamayo la conducción del gremio, hasta que “él comenzó a tomar decisiones personales que pusieron al sindicato en un posicionamiento político muy lejos del que representa a la mayoría”, dijo. Ambos se enfrentaron en las elecciones realizadas en diciembre: Biró se impuso y asumirá en junio próximo. De familia de pilotos y cepa peronista –todos sus hermanos comandan aviones y su padre fue preso durante la dictadura de 1955–, Biró dijo que el gremio “no se mueve de la CGT”, pero que no puede “compartir una marcha con quienes se opusieron a la estatización de Aerolíneas Argentinas como Roberto Lavagna o Luis Barrionuevo”, señaló, apuntando a los aliados del camionero Hugo Moyano.

–Usted es crítico de la gestión estatal que encabeza Mariano Recalde en Aerolíneas, pero en la interna del sindicato lo acusaron de ser “camporista”. ¿Cómo se entiende?

–Siempre fuimos muy críticos y planteamos que había que hacer algunas cosas muy rápido y de forma enérgica a partir de la reestatización de Aerolíneas. Soy muy crítico de la gestión de Recalde, pero no sólo de la de él, también lo fui de la de (el ex gerente general Julio) Alak. De Marsans (la empresa española que gestionó Aerolíneas durante la privatización) siempre cuestionamos la política de sobreventa de pasajes y el desarrollo de una programación de vuelos comerciales inviable. En el Estado hemos encontrado que por momentos hubo una política de sobreventa de pasajes y programaciones que no se podían llevar adelante.

–¿Esa situación se mejoró?

–Sí, claro. La intervención directa de la Presidenta acomodó la empresa internamente. Nos dedicó un discurso en el que no nos trató muy bien, pero nos dimos cuenta después de que también había sido un mensaje para la gestión. Eso generó no sólo mejor servicio sino que devolvió a los pasajeros la confianza en la empresa. Después de veinte años de estar en manos privadas con Marsans, que se la pasaron maltratando al personal y robándose todo, creíamos que era casi imposible recuperar la empresa. Llegamos al punto de pedir la suspensión de los vuelos porque en algunos casos no había papel higiénico en los baños de los aviones, sólo para dar una idea de a qué punto llegaba la idea de vaciar la empresa. Fue un escenario en el que fue milagroso que no sucediera un desastre. Por eso, ésta es una empresa que se encuentra en el medio de la discusión política. La oposición cada vez que puede sale a hablar mal de Aerolíneas porque fue una decisión central de este gobierno, sin importarle la función social que tiene por la conectividad que le da al país en su conjunto. La aerolínea de bandera no busca solamente rentabilidad sino que adquiere relevancia desde el punto de vista social.

–Usted compartió la conducción con Pérez Tamayo hasta las últimas elecciones. ¿En qué momento aparecieron las diferencias?

–En 2010 realizábamos una serie de medidas elevando el nivel de conflictividad, cuando en medio de este conflicto falleció Néstor (Kirchner), y Cristina estaba siendo atacada fuertemente por la oposición. Ahí tuvimos un evento puntual con un piloto y Pérez Tamayo lanzó un paro general de manera inconsulta. Además de faltar el respeto al estatuto y las normas del gremio, llevó al sindicato a una posición política bien alejada de la que queríamos tener. A puertas cerradas podemos criticar algunas cosas a este gobierno, pero reconocemos la recuperación de Aerolíneas porque no es una elección corporativa sino una decisión de Estado que se enfrentó a la política de cielos abiertos impuesta en todo el mundo. Creímos que nunca íbamos a vivir una recuperación en esa línea, por lo tanto salir a atacar al Gobierno de esa forma y en ese momento nos pareció desmedido, nos pareció una deslealtad tremenda hacia Cristina, que nos dio algo que solamente nos había dado Perón. La Presidenta recuperó la empresa de manos privadas que la llevaron al abismo. Estamos convencidos de que tenemos que ser críticos, lo que dista mucho de ser opositores.

–¿El posicionamiento político de Tamayo cercano a Moyano como opositor fue determinante?

–Esta toma de decisiones inconsultas fue el punto que terminó en la ruptura. Se sumó también una cuestión de gestión, en la que quiso adelantar 35 millones de pesos a una prestadora de salud que nos pareció muy desacertado y que por supuesto se rechazó. A partir de ahí se aceleraron los tiempos electorales y él nos empezó a acusar de “kirchneristas ciegos” o “propatronal”. Lo que él no puede entender es que acá se defiende a los pilotos, aceptamos o estamos de acuerdo con decisiones políticas de este gobierno, somos críticos con otras, pero ponemos delante siempre los derechos del trabajador.

–El encuadramiento en la CGT de Moyano lo tenía a Pérez Tamayo en un lugar importante y se escuchó un acercamiento con la CTA de Hugo Yasky a partir de la elección…

–Eso fue una operación de prensa. Nunca nos manifestamos acerca de movernos de la central obrera. El gremio de los pilotos está en la CGT y lo que puede estar en discusión es en cuál de las dos estamos, con la de (el metalúrgico Antonio) Caló o con la de Moyano. Desde el punto de vista sindical, no tenemos nada que decir de Moyano y desde lo político nunca nos han consultado, porque el interlocutor siempre fue Tamayo. Ahora, si vemos que a una marcha convocada por la CGT va Roberto Lavagna, un tipo que abiertamente habló de cielos abiertos y defendió la privatización de Aerolíneas, te digo que ahí no. Marchar con (el jefe de Gobierno, Mauricio) Macri, te digo que no. Marchar con (el gastronómico Luis) Barrionuevo, que siendo secretario general de una central obrera y de un sindicato se opuso a la reestatización, te digo que ahí no.