Pese a lo que se intentó instalar desde la oposición, la salida de la minera brasileña se dio como parte de un proceso de desinversión global. Afectó tanto a Brasil como a Francia y Canadá.
Nadie puede soslayar la crisis financiera internacional que estalló en 2008 en Estados Unidos y a la que muchos compararon con la gran depresión de 1929. España, Grecia y recientemente Chipre son algunos de los países en los que más se siente el cimbronazo que se tradujo, además, en crisis políticas y sociales. Por supuesto, América latina no es ajena a la misma si bien muchos de sus países, como en el caso de la Argentina, tomaron medidas de intervención estatal que lograron menguar las consecuencias.
La industria minera, a nivel mundial, no quedó ajena a este contexto. Por caso, en nuestro país se conoció hace algunos meses la decisión de la empresa brasileña Vale de abandonar el proyecto de potasio de Río Colorado. Sin embargo, la firma no sólo decidió dejar de invertir en suelo argentino, sino que su decisión se replicó en otros países del mundo como Canadá, Francia, Noruega, Colombia, Guinea, Mozambique y el propio Brasil. Algo que muchos economistas y políticos de la oposición omitieron a la hora de hacer el análisis correspondiente.
Vale pisó suelo argentino en 2009 y diseñó en Mendoza la mayor unidad de producción de cloruro de potasio del mundo, con una capacidad de 4,3 millones de toneladas por año. Con inversiones multimillonarias, la empresa fue incrementando su capital a medida que pasaba el tiempo. Comenzaron con 5.900 millones de dólares, pasaron a 8.600 millones de dólares unos meses después, para culminar en los 10.900 millones de dólares. Y fue este último número lo que llevó a que se evaluara que el monto de inversión afectaba de manera sustancial la competitividad del proyecto.
Según explicó a Veintitrés Damián Altgelt, gerente general de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), “esta crisis mundial ha hecho que estemos viviendo tiempos complejos, que los proyectos de inversión estén siendo revisados más profundamente y periódicamente en todo el mundo”. Sin embargo, aclaró que en el caso de la Argentina, “el sector minero va a seguir siendo muy relevante. Más allá de este momento puntual, la minería vino para quedarse y para ser un jugador relevante en la matriz productiva de nuestro país”.
Por caso, el presidente de Vale, Murilo Ferreira, aseguró que se trató de un año marcado por el “clima económico adverso” a raíz de la baja en los precios de los metales en general, específicamente los minerales. En números, esto significó que las utilidades de la empresa se cayeran un 43 por ciento en 2012, cuando registró ganancias por 11.200 millones de dólares, a diferencia de los 23.300 millones que cosechó en 2011. Para Altgelt, “al ser más difícil el acceso al mercado de capitales y al haberse incrementado los costos mineros, hace que se ponga más la lupa a la hora de elegir la inversión. Y por otra parte, la baja en el precio de los commodities mineros también hace que el sector enfrente un escenario complicado”.
En ese sentido, la firma brasileña, antes de desinvertir en nuestro país, ya había decidido retirarse de dos proyectos: el de Karnay en Canadá –al que puso a la venta por tres mil millones de dólares–, y el de Petrobrás en Araucária, en el estado brasileño de Pará, al que costeó por 234 millones de dólares. Además, en 2011, Vale se desprendió de su participación en el paquete accionario del grupo noruego de aluminio Norsk Hydro y vació el sistema integrado mina-ferrocarril-puerto para carbón térmico en Colombia. No sólo eso: en Brasil vendió su paquete accionario en Cadam, una productora que explora una mina a cielo abierto de caolín en Amapá, un puerto privado y una fábrica en Pará. También notificó acerca de la venta de su división europea de ferroaleaciones de manganeso, que incluye las plantas en la localidad francesa de Dunkerque y en Mo I Rana, en Noruega. Además, vendió por 600 millones de dólares diez barcos para el transporte de mineral a la Polaris Shopping Co, con capacidad de transporte de 300 mil toneladas. Sumado a esto, se puso también en la mira el proyecto mineral de hierro de Sinandou, en Guinea, el de carbón de Moatize en Mozambique, las concesiones de exploración de petróleo y gas en el litoral de San Pablo y Capixaba, Brasil, y la restauración del paquete accionario de Vale Logística Integrada.
Frente a este panorama, queda claro que la decisión de la empresa del país vecino no tiene que ver con condiciones de la política económica local, como muchos medios quisieron instalar, sino que se trata de un fenómeno que se propaga a través de todas las inversiones que Vale tenía alrededor del mundo.
Según concluyó el gerente de la CEAM, “el sector minero invierte montos muy importantes, donde la posibilidad de juntar fondos en las bolsas internacionales es decisiva, por lo que en esta época resulta más complicado. Sin embargo, y justamente como las inversiones son muy contundentes, las compañías hacen una apuesta por lo que muchas veces los procesos se atrasan, pero es muy difícil que se vuelva atrás. El caso Vale es una excepción”.