“Fue la gente la que me levantó de la caída”

campeon

 Va tambaleando. Un poco por su rodilla y otro poco porque la multitud lo hace rodar como un trompo. Todos quieren abrazar a Maravilla Martínez y él, especialista en declaraciones que conmueven al público, les responde: “Me gustaría poder abrazar a todos, a cada uno que estuvo alentando acá y a cada uno que estuvo por el televisor mirándome.”

En el medio, llueven críticas al fallo. Muchas dudan sobre la veracidad del triunfo. La incógnita es si estuvo bien la decisión arbitral o no. Pero eso, en definitiva, no importa. Aun así, dejando una marca más para el espectáculo que va construyendo a partir de su imagen, Maravilla deja detalles físicos, enarbolando una lesión que lo pinta épicamente: “Tengo la mano lastimadita. Le pido a la gente que me disculpe. Creo que lo tenía a Murray muy mal en el round once, pero me lastimé de nuevo, en el mismo lugar que antes, y no pude seguir con todo, como quería.”
Maravilla, igual, es todavía más épico que las épicas del boxeo. Se encarga de volver, rápidamente, una pelea en Troya. No hacen falta palabras externas para que el relato se vuelva leyenda. Ahí está él como para hacer la caracterización, contando como si fuera el mismísimo Homero en la Illíada: “Me volví a lastimar la mano, pero no pasa nada. Con una mano, con una caída, pude con todo. Pero fue Argentina, fue toda la gente la que me levantó, la que me hizo pelear con una sola mano, la que me ayudó con este gran triunfo.”
Maravilla camina entre el público y entre una gran cantidad de guardaespaldas que lo preservan. Todos quieren abrazarlo, todos quieren adherirse a su transpiración. Él, a su medida, también quiere acercarse a ese público que marcó un hito histórico para estos días, llenando un estadio. Sabe él que se volvió parte de un relato único y, por eso, en cada oración, se ocupa de justificar su actitud, tratando de devolver tanta gratitud: “Al final de la pelea, puse todo mi corazón. Estuve ahí con toda mi alma. Hice aquello que caracteriza a los hombres. Lo tuve mal a él, pero mi mano hizo que todo costara más. Otra vez estoy lesionado, pero realmente muy feliz por todo esto.”
Martínez es un héroe. Un ícono. Como un imán, como un Rolling Stone, como un alma que conmueve a ese Vélez que se disfraza de otra forma. Cuando lo aborda la prensa, sus palabras pican con la misma elegancia de siempre. Y, sobre el final, deja en claro lo más fuerte:
–¿Fue una de las cosas más  difíciles en tu vida?
–No, hubo cosas más difíciles y no fueron en el boxeo.