Cristian Ritondo es un hombre afortunado. En el sentido político, y en el literal. En el primer rubro, el chico que asomó como puntero de su Mataderos natal supo amasar su envidiable capital político en los arrabales de Villa Lugano, Barracas y otras barriadas del olvidado sur porteño. A diferencia de muchos colegas de distrito, que jamás cruzaron la avenida Rivadavia salvo en etapa preelectoral, Ritondo armó una sólida base territorial que, con pericia, supo poner al servicio del mejor postor, ya fuera el PJ de Menem, de Duhalde o el Pro.
El primero en rentar sus servicios fue el ex intendente Carlos Grosso, que lo nombró subsecretario de la Juventud de la ciudad. De aquella experiencia el muchacho se llevó dos cosas: una estrecha relación con Miguel Ángel Toma y un procesamiento por presunta malversación de caudales públicos que durante años lo tuvo a maltraer. Con Toma, en cambio, todo fue en ascenso. El ex jefe de la Secretaría de Inteligencia duhaldista lo paseó por varios pasillos del poder, desde la SIDE hasta el Ministerio del Interior, pasando por el Congreso y la Legislatura porteña, donde hoy Ritondo ejerce la vicepresidencia primera como uno de los pilares del Pro de Mauricio Macri, el jefe de gobierno local.
En su intenso recorrido por la función pública, sin embargo, Ritondo no descuidó el desarrollo de sus emprendimientos comerciales, tan prósperos como sospechosos, según evalúan en estos días los sabuesos de la AFIP. Lo primero que les llamó la atención fue su gran capacidad de ahorro: los pesquisas impositivos le adjudican un patrimonio de 4 millones de pesos, cifra que contrastaría con un modesto consumo que no superaría los 10 mil pesos al mes. El dato desató una madeja de sociedades y propiedades –se le atribuyen más de diez inmuebles esparcidos en countries, chacras y barrios cerrados– que orbitan en torno al hombre que aún tiene su domicilio fijado en Lugano sur. Con un detalle adicional: en las planillas del organismo impositivo, el legislador del Pro figura como un incumplidor fiscal serial.