El duhaldismo, detrás de Sergio Massa

La puja del ex caudillo bonaerense por volver a los primeros planos y el gracias no fumo del intendente de Tigre. Graciela Camaño y Juanjo Álvarez, en cambio, pasaron el filtro.

La extemporánea declaración de Hilda Chiche de Duhalde, poniendo en duda la capacidad de la mujer para participar en política, dejó en evidencia el estado de desesperación del duhaldismo. Aquel poderoso espacio político que durante más de una década tuvo el control absoluto de la provincia de Buenos Aires, hoy recurre a manotazos de ahogado al observar su escasa influencia en una elección en la que se define el destino del principal distrito del país. Con un Eduardo Duhalde condenado al ostracismo tras la última elección presidencial, su esposa buscó reinstalarlo con unas afirmaciones que sólo sirvieron para hundirlo más. Ante la aparición de una fuerza dentro del peronismo que le hace frente al kirchnerismo, el caudillo de Lomas de Zamora se siente despechado porque el líder de ese espacio, Sergio Massa, ha decidido ningunearlo. Es que Duhalde siente que fue un pilar en el actual éxito del intendente de Tigre. Sin embargo, Massa parece ver las cosas de otra manera. Siente que el duhaldismo es parte del pasado y prefiere recostarse en dirigentes que generacionalmente estén más cerca suyo. La presencia en el Frente Renovador de dirigentes con pasado duhaldista, como Graciela Camaño o Juan José Álvarez, obedece a los lazos que estrecharon con Massa mas no a espacios cedidos al ex gobernador.
Una joven promesa. Duhalde vio condiciones en Massa apenas lo conoció y estableció con él una relación paternal. El nexo entre ambos fue Palito Ortega. Massa había empezado a trabajar políticamente con el compositor de “La felicidad” cuando Menem pensó en el tucumano como su candidato para pelearle en una interna a Duhalde, una vez que su sueño re-reeleccionsita quedó totalmente archivado. Pero el caudillo lomense convenció a Palito de que abandonara el menemismo y pasara a ser su compañero de fórmula. El ex gobernador de Tucumán saltó el cerco y con él se llevó a Massa, que para ese momento ya era uno de sus referentes en territorio bonaerense.
En la misma elección en la que Duhalde se presentó como candidato a presidente de la Nación, Massa ingresó a la Legislatura bonaerense como diputado provincial, con sólo 27 años.
Dos años después, y con huida de De la Rúa en helicóptero de por medio, Duhalde llegó a la Presidencia de la Nación y pensó en aquel joven dirigente para ponerlo al frente de uno de los organismos nacionales que mayor presupuesto maneja.
Una calurosa tarde de enero de 2002, Massa recibió un llamado de Duhalde, quien lo convocaba de urgencia a la residencia de Olivos. Grande fue su sorpresa cuando al ingresar al despacho de Duhalde se encontró con que allí también estaba Raúl Alfonsín, quien en aquellos días aciagos había decidido darle un apoyo explícito al nuevo presidente. “Doctor Alfonsín, le presente al nuevo titular de la ANSeS”, disparó Duhalde en el mismo momento que tomaba del hombro al aún diputado. Massa quedó más sorprendido que el propio Alfonsín y no pudo emitir sonido. El veterano dirigente radical cortó el espeso silencio que comenzaba a hacerse eterno: “Qué muchacho tan joven eligió, presidente”.
Aquella designación de Duhalde resultó ser un trampolín para la carrera política de Massa, ya que le permitió tomar un grado de exposición mucho mayor que el que le ofrecía aquella banca legislativa. Además, le facilitó cruzar las fronteras políticas y consolidarse en la ANSeS en tiempos kirchneristas.
Aunque jamás se lo dijo personalmente, Duhalde siente que Massa no le retribuyó como correspondía aquella arrojada decisión y que hubo dos momentos en los que pudo haber efectuado la devolución de favores.
La primera fue en 2005, cuando la guerra declarada entre el kirchnerismo y el duhaldismo partió aguas en el peronismo bonaerense. Duhalde esperaba de Massa un culto a la lealtad y que se quedara junto a él, como lo hicieron otros dirigentes como Juan José Álvarez. Pero Massa olfateó que lo más conveniente era optar por el kirchnerismo.
En la elección de 2011, cuando Duhalde hizo un papelón al ocupar el cuarto lugar y no llegar siquiera al 6 por ciento de los votos, volvió a ilusionarse con un gesto de retribución. El veterano caudillo esperó hasta último momento que Massa se animara a acompañarlo en aquella aventura electoralista, compartiendo la boleta como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires. Aún cree que si hubieran ido juntos, el destino en aquella elección habría sido mucho más beneficioso. Pero el intendente de Tigre ya entendía en aquel momento que Duhalde representaba el pasado y que lo mejor era seguir –aunque sea desde lo formal– en el redil kirchnerista y no bajarse de la ola triunfadora.
Los ex duhaldistas de Massa. Una ex duhaldista como Graciela Camaño fue mejor correspondida que el gobernador bonaerense. La esposa de Luis Barrionuevo conoce a Massa desde antes que Duhalde. Incluso, fue la que le abrió la puerta al peronismo, cuando el intendente de Tigre hacía sus primeros palotes en la política a través de la UCeDé. Apenas salido de la secundaria, Massa militaba en San Martín para un concejal del partido de Álvaro Alsogaray, llamado Alejandro Keck. Eran tiempos de fusión entre la UCeDé y el menemismo y en esa ensalada Massa conoció a Camaño, que junto a Barrionuevo manejaban el PJ de San Martín. Al igual que su actual suegra, Marcela Durrieu, Camaño lo adoptó como su hijo político y Massa siguió su consejo de sumergirse en el peronismo para trascender políticamente.
Cuando llegó el momento de lanzar el Frente Renovador, Massa no se olvidó de Camaño. Pensando en las PASO y en las elecciones generales de octubre, la ubicó como jefa de fiscales. Los gremios que integran la CGT Azul y Blanca que conduce su marido Barrionuevo constituyen una fuente de fiscales imposible de rechazar.
De todos modos, en este caso también Massa prefirió privilegiar la cuestión generacional y entender al duhaldismo como parte del pasado. El referente indiscutido del Frente Renovador en San Martín es Gabriel Katopodis, su intendente. El acierto de la decisión quedó plasmado en la excelente elección hecha por el massismo en ese distrito, donde aventajó por 22 puntos al Frente para la Victoria.
A Juan José Álvarez, Massa lo designó como jefe de campaña a partir de su ductilidad para tejer en las sombras. En los últimos quince años de la historia política argentina fue funcionario de Duhalde y de Macri, ocupó una banca en la Cámara de Diputados como fruto de una alianza en 2007 con De Narváez y hasta estuvo cerca del kirchnerismo en los dos primeros años de gobierno. Con todo, carga con dos antecedentes que en tiempos de campaña lo convierten en un blanco fácil de sus adversarios: integró la SIDE en tiempos de la dictadura y ocupaba la Secretaría de Seguridad Interior cuando se produjeron los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Pero poco parecen importarle a Massa estos datos. La noche del 11 de agosto, cuando apareció feliz en el búnker del Frente Renovador en Tigre, fue al propio Álvarez a quien primero estrechó en un interminable abrazo.
Duhalde los pudo ver por televisión, cómodamente, desde el sillón de su casa.
fuente revista veintitres