Por daniel cecchini Los otros Magnetto

En los últimos años, las investigaciones sobre la apropiación de Papel Prensa por parte de Clarín, La Nación y La Razón en complicidad con la última dictadura cívico-militar arrojaron nueva luz sobre la participación de los medios más importantes de la Argentina en el proyecto de destrucción económica del país y de aniquilamiento de toda disidencia política y social que llevaron a cabo las juntas militares y sus socios civiles. Vicente Massot, a la cabeza de La Nueva Provincia de Bahía Blanca, fue uno de los pilares de la campaña propagandística del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Pero no se limitó simplemente a eso: hoy se lo está juzgando como coautor de los homicidios de dos trabajadores de su diario y por haber realizado “aportes esenciales” para el ocultamiento deliberado de la verdad en los secuestros, torturas y homicidios de otras 35 personas. Se trata de delitos de lesa humanidad.
 
En La Nueva Provincia se reproducían los partes militares sobre “subversivos muertos en enfrentamientos” con los que los genocidas intentaban ocultar las ejecuciones de los detenidos-desaparecidos y crear una sensación de estado de guerra en la población. Lo mismo que hizo La Gaceta de Tucumán. Lo mismo que hizo El Independiente arrancado a sus dueños en La Rioja. Lo mismo que hizo el diario El Día, de la familia Kraiselburd, en La Plata. Lo mismo que hicieron Clarín, La Nación, La Razón, las revistas de Editorial Atlántida y muchos otros medios de alcance nacional.
Bartolomé Mitre, de La Nación, y Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto, de Clarín, están imputados en la causa por la apropiación de Papel Prensa.

La semana pasada, Miradas al Sur publicó una investigación sobre el papel cumplido por los médicos de la Morgue platense de la Policía de la Provincia de Buenos Aires en el plan sistemático de desaparición de personas. Su tarea consistía en ocultar las causas de muerte para corroborar los partes militares y en dificultar la identificación de las víctimas. Solidario con estas acciones, el diario El Día de La Plata reproducía –sin chequear su veracidad– los comunicados del Comando de Operaciones que transformaban las ejecuciones en “enfrentamientos con la subversión”. En ese sentido, los responsables editoriales de El Día fueron partícipes necesarios, igual que los médicos, del plan sistemático de aniquilamiento de la disidencia política y social implementado por el terrorismo de Estado. Vale repetirlo: se trata de crímenes de lesa humanidad.
Hoy, Bartolomé Mitre, de La Nación, y Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto, de Clarín, están imputados en la causa por la apropiación de Papel Prensa. Vicente Massot está siendo juzgado por crímenes de lesa humanidad en Bahía Blanca. Mientras tanto, en La Plata, el director de El Día, Raúl Kraiselburd, no tiene ninguna causa en su contra.
FUENTE MIRADAS AL SUR