Se auguraba un escenario parecido al Rodrigazo y conflictos por doquier. Sin embargo, se acordaron salarios sin conflictos de envergadura. Lo negativo: la caída del poder adquisitivo.
Transcurrido el primer semestre del año, cerca de un 80 % de los trabajadores registradoscerraron sus convenios colectivos de trabajo, según indica esta nota de la revista Veintitrés. Se trata de un porcentaje similar al alcanzado en ediciones anteriores a esta misma altura del año. Lo que podría considerarse como un dato ordinario toma una relevancia especial si se tiene en cuenta el contexto en el que se desarrollaron estas negociaciones paritarias.
A partir de la suba del dólar a 8 pesos que se produjo en enero de este año, desde diferentes sectores se empezó a agitar el fantasma de una reedición del “Rodrigazo”, aquella fenomenal devaluación dispuesta por el ministro de Isabel Perón, Celestino Rodrigo, que disparó la inflación a tres dígitos anuales y que marcó la antesala del modelo económico que se impuso al año siguiente con la dictadura militar.
Figuras como Domingo Cavallo, Roberto Lavagna y José de Mendiguren, entre otros, advirtieron que, de acuerdo a la dinámica que tomaran las paritarias de este año, podía ingresarse en una carrera alocada entre precios y salarios que llevaría al país a un callejón similar al que se produjo en aquella oportunidad. Casi seis meses después, aquellos presagios estuvieron lejos de cumplirse y las negociaciones salariales se llevaron adelante sin que se dispararan las variables macroeconómicas. Como contrapartida, en muchos casos los acuerdos alcanzados marcan una caída del salario real, un fenómeno casi inédito en los once años de kirchnerismo.
“Si bien todavía no contamos con los elementos necesarios para dar un cálculo preciso porque quedan paritarias por cerrar, se puede percibir que por primera vez se produce una caída del salario real”, advierte Mariano Barrera, economista del Centro de Investigación y Formación (CIFRA), organismo perteneciente a la CTA de Hugo Yasky. “A partir de nuestro método de medición de la inflación que consiste en tomar el IPC de nueve provincias, nos da un índice interanual de mayo a mayo de alrededor del 38%. En tanto que los aumentos salariales en el mismo período rondan entre el 28 y el 32%”, completa Barrera.
En un escenario sindical sumamente fragmentado, otra de las características que muestran las paritarias es que los acuerdos alcanzados cruzan transversalmente a las cinco centrales sindicales.
Los primeros gremios en cerrar sus paritarias fueron los que pertenecen a la CGT que lidera Antonio Caló, con mejor llegada al Gobierno. Así, entre marzo y mayo firmaron acuerdos grandes gremios como la UOM, UOCRA, SMATA, UPCN, Comercio y Textiles.
También en ese período acordó la Bancaria, que se alejó de la CGT de Moyano. En estos casos, los aumentos rondaron entre el 28 y el 30 por ciento. Tras esa primera tanda, se vislumbraba un escenario de mayor conflictividad desde el momento en que empezaran sus negociaciones los gremios vinculados a la CGT opositora. Sin embargo, si bien se produjeron medidas de fuerza y jornadas de protesta, la mayoría de ellos también firmaron sus acuerdos salariales, pero por unos puntos por encima de los otros sindicatos.
En el caso de los Camioneros, firmaron un alza del 33 por ciento en tres cuotas y un bono extra de entre 3.000 y 4.000 pesos. Sanidad, el sindicato al que pertenece el diputado massista Héctor Daer, cerró un aumento del 33,6%, también en tres cuotas. Los gastronómicos de Luis Barrionuevo acordaron con las patronales vinculadas a los comedores de fábrica y están a punto de llegar a un acuerdo con la cámara de hoteles cinco estrellas. Con ambas cámaras se logró un aumento del 35% pero sigue abierta la negociación con la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica que es la que emplea a la mayoría de los trabajadores gastronómicos.
Los cinco gremios ferroviarios –incluida La Fraternidad de Omar Maturano, fuertemente enfrentada con el ministro de Transporte, Florencio Randazzo– cerraron en un 28 por ciento en un solo tramo y el otorgamiento de dos sumas fijas que van de 1.000 a 2.750 pesos según la categoría, a cobrarse en julio y noviembre de este año. Luego de amagar con un paro nacional y aceptar la conciliación obligatoria que determinó el Ministerio de Trabajo, la UTA está a punto de cerrar un acuerdo con las cámaras del sector transportista. En el caso de los choferes de corta distancia, ya se llegó a un entendimiento con un aumento del 28 % en dos cuotas y una mejora en los viáticos.
“Me da la sensación de que hay una cultura de negociación instalada con tantos años de paritaria y que hay mucha cordura tanto desde el lado empresarial como sindical”, sostiene Alberto Pepe Robles, abogado laboralista y director de Investigación del Instituto de Trabajo. “Se ha formado una cultura de negociación que consiste fundamentalmente en ser realista. El sindicalista es realista cuando hay situación recesiva y el patrón también cuando sabe que no puede deprimir los salarios. Ese realismo de ambos reduce la conflictividad y atraviesa a todos las organizaciones, ya sean que estén más cerca o mas lejos del Gobierno”, agrega.
De todos modos, lejos está la negociación salarial de transitar en un lecho de rosas. En el sector automotor, los despidos y suspensiones que se produjeron en algunas empresas autopartistas derivaron en paros y movilizaciones, como los ocurridos en Lear y Gestamp. En muchos casos, los delegados de base de estas empresas son opositores a la conducción nacional del gremio. Un fenómeno que se da también en empresas de producción alimentaria. La presión de estas bases obliga a las cúpulas a buscar mejores acuerdos. Así, una organización con poca tradición combativa como el Sindicato de la Alimentación, que conduce Rodolfo Daer, cerró un aumento del 35% en dos cuotas y una suma fija no remunerativa de 1.500 pesos.
La falta de actualización del Impuesto a las Ganancias es otro foco de conflicto y el caballito de batalla de Moyano. El titular de la UATRE, Gerónimo “Momo” Venegas, ya anunció que para cuando finalice el Mundial la CGT moyanista lanzará un paro nacional que podría llegara ser de 48 horas. Como en el del 10 de abril pasado, el paro contaría con la adhesión de gremios clave como los vinculados al transporte público.
El interrogante que surge tras los acuerdos de este año es si esta interrupción del proceso de recuperación del salario es un fenómeno pasajero o si quedó para instalarse. Para Barrera, resolver este dilema dependerá de cuestiones macroeconómicas como la restricción cambiaria. “La demanda energética y la importación de bienes de capital que hacen que aumente la producción requieren de dólares que hoy escasean. Para mejorar el ingreso es necesario recobrar esa senda de crecimiento”, afirma.
Pedro Wasiejko, titular del sindicato de trabajadores del neumático y secretario gremial de la CTA, emplaza a los empresarios. “Tendrían que empezar a preocuparse por mejorar su rentabilidad a partir de una mayor productividad y mejor calidad de sus productos. Que empiecen a actuar realmente como empresarios, porque remarcar y corregir los precios lo hace un niño de doce años. Si realmente ese va a ser el papel que van a jugar en nuestra economía, estamos en un problema”, remata.
por infonews