El ex hombre fuerte del PAMI busca una revancha contra el kirchnerismo, que lo corrió de la escena política y denunció a varios de sus principales testaferros. De la mano de Moyano, intenta recuperar protagonismo.
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Por mucho que le guste decir lo contrario, Luis Barrionuevo no siempre fue opositor al kirchnerismo. Allá a lo lejos, hace más de diez años, intentó construir puentes, pero Néstor Kirchner los dinamitó rápidamente. En particular, con la intervención del PAMI, centro de distribución de todos los oscuros negocios del sindicalista.
Acaso el más polémico de todos ellos haya sido el que involucró a Rubén Darío Romano, uno de sus tantos hombres de confianza, ex gerenciador del PAMI y titular de la droguería Romala, proveedora de medicamentos a obras sociales.
Romano fue detenido en el marco de la causa conocida como “mafia de los medicamentos” y vinculado a Solange Bellone, viuda de Sebastián Forza, quien fuera asesinado en el triple crimen de General Rodríguez.
Como parte de su extenso curriculum en materia de sospechas de corrupción, Barrionuevo también fue investigado por un caso de cobro de coimas.
En una cámara oculta, Hugo Espaltaro y José María Ferreira, directivos de la empresa Angiocor, admitieron haber pagado unos 35 millones de pesos a Barrionuevo para mantener su contrato con el PAMI.
El primer acercamiento de Barrionuevo al mundo de los proveedores de remedios y salud había sido durante la presidencia de Carlos Menem, quien le permitió sentarse de los dos lados del mostrador. Del ex presidente, Barrionuevo se declaró un “recontralcahuete”.
Otra polémica conexión del sindicalista fue Gustavo Juliá, empresario aeronáutico y piloto detenido en España por traficar 950 kilos de cocaína. “Es un tipo que siempre estuvo vinculado a Barrionuevo y sus representantes en el PAMI”, advirtió Graciela Ocaña, ex titular de la obra social de los jubilados.
Entre otras cosas, el ex senador solía usar los aviones de los Juliá para trasladarse durante su campaña para gobernador de Catamarca. “Él siempre decía que usaba los aviones porque sólo pagaba el combustible”, recordó la ex funcionaria.
La experiencia de Barrionuevo en Catamarca no fue la mejor. Intentó pelear la gobernación en el 2003, pero la Justicia lo inhabilitó como candidato. Lejos de aceptar la determinación, el gastronómico mandó a quemar urnas el día de las elecciones, hecho por el cual estuvo a punto de perder su banca en el Senado.
No fue su debut en materia de violencia. Como presidente de Chacarita, entre 1993 y el 2005, mantuvo una fluida relación con la peligrosísima barra brava del club, algunos de cuyos integrantes incluso pasaron a formar parte de su escolta.
Después de haber sido amo y señor, del club funebrero se tuvo que ir por la puerta de atrás, suspendido como socio, en medio de un escándalo administrativo y económico, con denuncias por enriquecimiento ilícito incluidas.
Sin embargo, escurridizo, es poco lo que se le pudo demostrar a Barrionuevo. Su presentación en vivo con una declaración jurada en blanco forma parte de los momentos históricos de la televisión. “Para que Argentina se desarrolle debemos dejar de robar dos años, por lo menos”, dijo alguna vez. Habrá que creerle.