1. Carlos Nino y la Presidencia de la Corte. El presidente de la Corte Suprema suele mencionar a Carlos Nino, profesor de la UBA e intelectual público argentino, asesor de Alfonsín en la transición a la democracia, fallecido en 1993. Nino es reconocido, entre otras de sus obras clásicas, por escribir “Un País al margen de la Ley: Estudio de la anomia como componente del subdesarrollo argentino”.
Hay aspectos centrales de ese libro que siguen absolutamente vigentes ante la clase política y empresaria argentina y son muy actuales ante el show de la corrupción que el oficialismo promueve. Obviamente el show terminará en impunidad estructural y algunas condenas cosméticas pero nada más. Ninguna transformación real ni aprendizaje cultural se producirá. Los cambios necesitan consensos sociales y procesos democráticos que el gobierno no está promoviendo, ni parece interesado en impulsar.
Mientras tanto, muchos capitalizarán el odio y la indignación irracional sin construir nada más que un espectáculo tan falso como los shows de medianoche en los que se debe formar la palabra que nadie adivinará. Un juego arreglado, una ficción berreta. Esa es la historia del poder judicial federal en Comodoro Py: Un show de la indignación impostada, una ilusión de pasiones bajas. Corruptos juzgando corrupción y actuando como jueces de la moral democrática, mientras la venden al mejor postor.
Después de dos decisiones como las de de ayer con el tarifazo de luz y la del proceso de declaración jurada, debemos recordar, que la propia Corte estuvo todo este tiempo al margen de la ley.
2. La Corte viola la Constitución en varios aspectos centrales. Como ya lo venimos analizando hace años en diversos espacios académicos y periodísticos, hay irregularidades constitucionales en la Corte que se mantienen. Por ejemplo:
– La administración del presupuesto del Poder judicial en manos de la Corte es inconstitucional. El presidente de la Corte sigue la política administrativa de Julio Nazareno, el presidente Supremo de Carlos Ménem. Sus continuidades son innegables y su violación al Art. 114 inciso 3 de la Constitución Nacional también.
– El Presidente de la Corte logró neutralizar el Consejo de la Magistratura. Algo que no logró ni Julio Nazareno. Negoció con el kirchnerismo en 2006/7 la reducción del Consejo de la Magistratura y eso le permitió básicamente violar todo el Artículo 114 permitiendo neutralizar el Consejo y controlar todo el Poder Judicial desde la Corte: Reglamentar, disciplinar, manejar su dinero y hasta influir en procesos de selección de magistrados.
– El Centro de Información Judicial (CIJ) no puede ser administrado por la Presidencia de la Corte. Debería estar administrado por el Consejo de la Magistratura con una representación plural, política, judicial y académica. El CIJ reproduce un perfil super-personalista, se podría decir hasta hiper-presidencialista, que retuitea (y difunde) básicamente dos cuentas personales.
Esa comunicación institucional es más personal y personalista que institucional. Las instituciones, la Corte, es mucho más que personas, que dos personas. Carlos Nino criticaba los personalismos carismáticos y, en este caso, seguramente criticaría los personalismos sin carisma, de la misma forma.
– El presidente de la Corte estableció un gobierno hiper-presidencialista e hiper-personalista. Durante toda su presidencia, con el silencio de los diferentes oficialismo y oposición, su presencia mediática fue extraordinaria tanto desde la Corte como con el dictado del nuevo Código Civil y Comercial. Otro de los aspectos donde se viola la siempre mentada división de poderes de forma evidente: Ser autor de la Ley y Juez Supremo que la declara constitucional no va de la mano con la idea de ninguna república ni democracia deliberativa.
– El Presidente tiene reuniones secretas con los oficialismos de turno. Las reuniones secretas entre el Presidente de la Corte Suprema con el oficialismo de ayer y de hoy, tanto en la reforma judicial de 2013 como con el tarifazo de 2016, no parecen ser el modelo de “justicia dialógica” (sic) coherente con la democracia deliberativa de Carlos Nino. Publicidad y argumentos públicos en audiencias es diálogo democrático, reuniones secretas y negocios políticos es otra práctica política totalmente diferente.
Sin duda, el Presidente de la Corte tiene sus aliados políticos, conexiones y socios académicos, especialmente después de consolidarse como director del nuevo Código Civil y Comercial, quienes lo defienden y mantienen en silencio estos aspectos abiertamente ilegales de su gestión. Cuando la sociedad quiera un mejor poder judicial deberá modificar esa correlación de fuerzas autocráticas, por una más plural, menos personalista y democrática con otro diseño del Consejo de la Magistratura, el órgano de gobierno del Poder Judicial establecido por la Constitución Nacional.
En conclusión, algunos analistas legales dicen que el Presidente de la Corte podría ser un seguidor de Carlos Nino. Eso sería difícil de afirmar por razones que pueden ya parecer evidentes. Lo que se sabe es que es el primer peronista de Rafaela, antes abogado especialista en prepagas y ahora codificador, en ser denunciado por corrupción por Elisa Carrió. Carrió es, paradójicamente, la sobrina de Genaro Carrió, el primer presidente de la Corte Suprema de la transición democrática, abogado comprometido por los Derechos Humanos y gran amigo y maestro del muy citado y poco seguido, en efecto, el gran Carlos Nino. Toda una paradoja suprema.