Sitios Sagrados: la lucha por mantener viva la memoria

Este año hay diez declarados de forma oficial, recuperando una parte fundamental de la identidad de los pueblos originarios. Desde Viedma a Napalpí y Namuncurá. Historias de sus pasados, la importancia de la restitución de restos y la denuncia por el avance del sector inmobiliario.

 

Por Luciana Rosende

Telam SE

Rosa Rita nació en la zona del Paralelo 42, en la Comarca Andina. Cuando era chica veía en las escuelas y los museos de su región vitrinas con cráneos de los habitantes originarios de esas tierras. Todavía recuerda la impresión que le causaba. Creció sabiendo que sus ancestros no debían estar ahí, que “necesitaban descansar”. Hoy, a los 64 años, sostiene esa premisa, como lonko (jefa) de la Comunidad Willi Pu Folil Kona (Raíces Jóvenes Guerreras del Sur) de Puerto Madryn, Chubut. Allí, en abril lograron la declaración de Sitio Sagrado al enterratorio del llamado Puel Lafken Wentru (Hombre del Mar del Este). En lo que va del año, una decena de sitios alcanzaron en todo el país ese reconocimiento, o están en proceso de hacerlo. Una lucha central de diferentes comunidades indígenas que, con acompañamiento de una política oficial nacional, recuperan así una parte fundamental de su identidad.

De sur a norte, en cementerios milenarios preservados o en reenterramientos generados a fuerza de lucha, se suman los Sitios Sagrados que dejan asentado sobre puntos emblemáticos de la Madre Tierra que allí hay un pasado por recordar y un presente por proteger.

“Esto comienza cuando la actual presidenta del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), Magdalena Odarda, siendo senadora, presenta un proyecto de ley de declaración de Sitios Sagrados. Ese proyecto pierde estado parlamentario. Cuando asume como presidenta del Instituto, lo encara desde el INAI. Sobre la base del Programa Nacional de Restitución de Restos, crea el área de restitución y agrega la protección de Sitios Sagrados”, relata el antropólogo Fernando Pepe, responsable del área en el INAI, con una militancia por la recuperación de restos indígenas previa a su pertenencia institucional.

“Antes no se podía hablar de cómo vivíamos. Las celebraciones eran tabú –afirma la lonko Rita–. Hoy puedo transmitirlo. Creo que las fuerzas que me dan nuestros ancestros son para seguir transmitiendo esto”.

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Hitos de resistencia

Detrás de cada declaración hay largas luchas. Y la publicación de resoluciones que formalizan la creación de Sitios Sagrados no cierra esas batallas. “Son hitos de resistencia de las comunidades, y victorias. Para cada pueblo originario lo sagrado significa algo distinto. Pero un punto en común de las 34 cosmovisiones diferentes es que los ancestros son sagrados”, remarca Pepe. Es por eso que las primeras declaraciones tienen que ver con la presencia de ancestros, con el hallazgo de sus restos o con su recuperación y restitución.

El primer caso fue en febrero. Viedma, Río Negro. Un predio ubicado a la altura del kilómetro 1015 de la Ruta Nacional 3, en el departamento de Adolfo Alsina. Allí fueron enterrados 50 ancestros y ancestras de los pueblos mapuches y tehuelches, que habían estado en exposición durante más de tres décadas en el Museo Gobernador Tello.

La segunda declaración también fue en Río Negro, en Las Grutas, sobre un cementerio ancestral de más de 6000 años. En 2013, la constructora Aspa avanzó sobre ese espacio para lotear el terreno. “El trabajo de las máquinas arrasó con partes del eltuwe (enterratorio), quedando esparcidos por las dunas los restos óseos que se encontraban sepultados en el lugar”, recuerda María Cristina Haedo, lonko de la Comunidad Mapuche Tehuelche Traun Kutral. El lonko de entonces –su compañero– pidió que se frenaran las obras, pero la compañía siguió y el caso llegó a la Justicia.

La comunidad presentó un recurso de amparo ante el Superior Tribunal de Justicia, que se expidió en 2015: ordenó a la provincia que realice el cerramiento y preservación del lugar. “Durante todo este tiempo, nuestra lucha por el enterratorio no ha cesado, hemos tenido que afrontar el robo de piezas óseas, la destrucción del alambrado y el robo de los postes, así como también la cartelería”, denuncia Haedo. Y explica la importancia de la declaración del lugar como Sitio Sagrado: “Sabemos que nuestra lucha no ha terminado y que es nuestro deber de preservar y cuidar este sitio sagrado que nuestros kuifikecheyen (ancestros) eligieron para descansar”.

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Todo está guardado en la memoria

Los lugares no solo tienen importancia para las comunidades locales. Varios de ellos se relacionan con personajes históricos, como Ceferino Namuncurá en Neuquén, o a hechos imborrables como la Masacre de Napalpí en Chaco (ver Recuadro). «La declaración de Sitio Sagrado se realiza con el fin de delimitar y proteger el espacio territorial común que constituye el sustrato clave de la construcción identitaria y de la reproducción de las relaciones sociales comunitarias de aquellas comunidades indígenas que habitan la zona en cuestión y hacen uso del territorio», establecen las resoluciones de declaración de Sitios Sagrados impulsadas por el INAI. A principios de abril se concretó la tercera, sobre el lugar del cerro chubutense donde se hallaron los restos del «hombre de Yanquenao», exhumados en 1979 de un enterratorio milenario de esa provincia y restituidos a su comunidad en 2018.

Luego se reconocieron tres puntos de Puerto Madryn: dos enterratorios y un espacio ceremonial, en lo que fue la primera declaración de un Sitio Sagrado que no responde al hallazgo de restos. El proceso llegó después a la Provincia de Buenos Aires, con la declaración de un Sitio Sagrado en el Cerro La Caballada, en Carmen de Patagones.

“Siempre fue un sitio ceremonial. Posterior a la Conquista del Desierto, de 1830 en adelante, Patagones tuvo el triste y célebre privilegio de ser el punto final de los detenidos, y ahí se los embarcaba para llevarlos a la isla Martín García o a los ingenios azucareros de Tucumán como mano de obra esclava. Patagones tiene esa historia”, cuenta Hugo Aranea, werken (vocero) de la Comunidad Mapuche Waiwen Kurruf. “Todas las celebraciones espirituales que tienen que ver con el pueblo mapuche se hacían ahí, hasta que avanzó el urbanismo, que no respetaba en absoluto eso y de un día para el otro tuvimos que desplazarnos. Terminó siendo un memorial sobre el enfrentamiento contra la invasión brasileña, borrando y aplastando lo que fue históricamente”. Para revertirlo reclamaron su declaración como Sitio Sagrado: “La pedimos porque tenemos parte de esta historia, porque para nosotros es un lugar fuertemente espiritual. Debería ser patrimonio de toda la comunidad, no solo del pueblo mapuche. Como lugar emblemático de la permanencia de los pueblos”.

Sin embargo, advierte que la “invisibilización y negación” persisten: “Tienen que ver con un pensamiento hegemónico. La historia que se cuenta en Patagones no nombra nunca a los pueblos originarios”. Y da cuenta de una lucha que une pasado y presente, y que continúa tras la declaración: “El resto de la sociedad mira pasivamente. Va a llevar tiempo. Forma parte de un trabajo de sensibilización que hay que hacer, y concientización sobre lo que pasó en Patagones”.

Allí, como en Punta Querandí y La Bellaca, donde también se declararon Sitios Sagrados lugares en los que se reenterraron restos restituidos, la lucha por el reconocimiento implica batallar contra el avance de emprendimientos inmobiliarios que no frenan las máquinas ante cementerios ancestrales. “A veces hay ocultamientos de esos hallazgos –denuncia el werken mapuche–, sobre todo cuando hay obras, pero las comunidades sabemos dónde hay enterramientos. Está en la memoria de la gente”.

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NIÑOS INCAS, CEFERINO Y UN CEMENTERIO DE ANCESTROS

“Siempre hubo pedidos por estos sitios, pero ahora las comunidades están ejerciendo ese derecho”, señala Fernando Pepe, del INAI. El proceso va de la mano con las restituciones de restos a sus comunidades. “Vamos por los niños del Llullaillaco, en Salta. Si no hay presiones, va a salir”, se esperanza, en relación con los incas sacrificados y momificados, hallados hace dos décadas.

En los últimos días también resonó el nombre de Ceferino Namuncurá, el beato de origen indígena cuya tumba se ubica en el Paraje San Ignacio, acceso Ruta 40, kilómetro 2294, en Neuquén. Su comunidad pidió al INAI que se declare Sitio Sagrado al kultrun o santuario donde están los restos de Ceferino, hijo de Manuel Namuncurá, líder mapuche que luchó en la mal llamada «Conquista del Desierto». En Tres Arroyos, al sur bonaerense, aguardan la declaración de sitio sagrado de los yacimientos arqueológicos más importantes de América. Allí fueron enterrados los restos de medio centenar de personas, junto con sus ajuares. Algunos estudios indican que tendrían más de 10 mil años. El reclamo de la comunidad Cipriano Catriel y de la Asociación Encuentro Indígena logró que se declarara Sitio de Memoria. El próximo paso es su sacralidad, pero hay sectores que abogan por mantenerlo como un sitio arqueológico y de estudio. Los restos hallados permanecen en la Universidad Nacional del Centro de la Provincia (UNICEN), en Olavarría.

“La restitución va a cambiar el paradigma sobre este espacio”, dijo Diego Slagter, presidente de la Asociación.  “Hasta ahora no se ponía en discusión la idea de que ese lugar, más allá de un yacimiento, es un cementerio de ancestros, que por algún motivo histórico tomaron la decisión de dejar sus restos allí”.

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NAPALPÍ

La última declaración de sitios sagrados hasta el momento fue sobre los enterratorios donde fueron sepultados los guerreros Qom y Moqoi que fueron restituidos a Napalpí en 2018, en la provincia de Chaco. Esta declaración tuvo un  peso extra: fue el primer “acto reparatorio” hacia esas comunidades luego del emblemático juicio por la verdad que dio por probado –el mes pasado- que la masacre cometida allí en 1924 fue un crimen de lesa humanidad.

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fuente: tiempo argentino