A la Selección Argentina le sobra potencial. Como equipo ha evidenciado una cantidad notable de avances en la era de Alejandro Sabella, sobretodo en su última presentación, ante Uruguay, pero en la noche de Santiago, frente a Chile, volvió a fallar en lo colectivo. No perdió, por el contrario, ganó y con justeza, basando el triunfo en las envidiables individualidades que acumula la albiceleste.
De entrada, con el empate en cero y un dueño de casa doblegando esfuerzos para vulnerar el arco defendido por Sergio Romero, Chiquito sacó a relucir sus cualidades privando a los hombres de Bichi Borghi de adelantarse en el marcador.
Fueron quince, veinte minutos, donde la marea roja se impuso. Usó el ancho del terreno, sacando provecho del pobre desempeño de los marcadores de punta argentinos, para luego ser profundo. Afortunadamente, cada vez que la Roja lo consiguió se topó con la solidez de Romero.
En contrapartida, la visita inquietó el fondo chileno con ataques veloces, mayormente generados a partir de un rechazo y dependiendo en forma exclusiva de la genialidad que cada futbolista fuera capaz de crear, de juego asociado poco y nada. En el golpe por golpe Di María, Messi y Kun Agüero tuvieron la oportunidad de convertir pero pifiaron en el toque final.
Tiempo después, no mucho, pero ya con un Chile agotado por el sacrificio inicial, Argentina se afianzó en la posesión de pelota, con Gago como usina generadora. De hecho, fue el 5 de La Roma quien habilitó a Lio Messi para que la La Pulga sellara el 1 a 0. En ese cara a cara, la albiceleste pegó más fuerte. Apenas pudo sacudió la estantería de un equipo en crisis y, acto seguido, desnudó sus falencias: dos laterales con condiciones interesantes pero una zaga central endeble por demás.
Un puñado de segundos después del primer puñetazo, Pipita Higuaín encaró sobre el sector derecho del ataque para dar el golpe de nocaut. Superó la primera marca, la pisó ante el segundo, levantó la mirada y le pegó cruzado, al segundo palo.
Tal vez sin merecerlo el elenco de Sabella consiguió sentenciar una historia casi sin proponérselo, por el peso específico de sus individualidades. El resultado parcial apenas disimuló el desorden defensivo nacional. El doble cinco conformado por Gago y Mascherano se mostró sólido, pero la gran cantidad de terreno a cubrir en cada costado complicó su desempeño. No tuvieron auxilio ni de Agüero y Di María como tampoco de Zabaleta o Campagnaro. A tal punto que el descuento chileno, firmado por Felipe Gutiérrez a un minuto del final, llegó por el costado derecho argentino, tras una pelota perdida en ataque que encontró al equipo desarmado. Otra vez.
Ese es el tema a solucionar. Para el mundial faltan casi dos años y la clasificación a Brasil 2014 parece quedar a la vuelta de la esquina. Lo importante es, en el mientras tanto, conseguir resultados positivos como el 2-1 de esta oportunidad para poder trabajar con calma. Lo dicho, potencial hay de sobra.