Por estos días, la vastedad de interpretaciones sobre conceptos de fuerte presencia en la cultura libertaria, impacta en nuestra capacidad de asombro. Campea el consenso tácito respecto a que en nombre de lo que conocemos como el paradigma de la democracia: la “libertad de expresión” se puede hacer y decir, sin medir la entidad de las palabras y en especial de sus consecuencias. Es entendible que tengamos pensamientos y defendamos las causas que en ellos se inspiran con alma y vida. Lo peligroso es que, cuando se sucumbe a la tentación de elastizar, de manera taimada el concepto, hasta bastardear el mismo, se cae en el reduccionismo de los discursos sin argumento, carentes de credibilidad, burdas charlatanerías que, de manera artera, atentan contra la dignidad y el honor de las personas.
En este marco de hechos políticos pequeños, se inscribe el doble discurso, que también configura una contradicción en boca de quien los recita. Se trata de los conocidos personajes vernáculos que atrincherados bajo la contención de la cultura de la libre expresión, vomitan aseveraciones, frases hechas y piruetas semánticas con el propósito de denigrar a quienes han elegido ellos mismos o sus mandantes. Sin embargo, no venimos aquí a hacer docencia para transmitir el significado de la llamada “libertad de expresión”, según entendemos, sino más bien a hacer uso de la contrapartida de la libertad que se traduce en el ejercicio del derecho a la defensa de aquellos que son juzgados por quienes no tienen facultad, entidad ni autoridad moral para hacerlo.
Se trata ni más ni menos de responder a quienes creyéndose justificados en el amplísimo concepto de la libertad de expresión, transitan irresponsablemente de la opinión al juicio de valor y de los acuerdos a contra pelo a la condena anticipada. ¿Es ese el rol de los ciudadanos? Uno apostaría a que la conducta indicada por nuestros mayores apuntaría más bien a la lucha por instalar el respeto por los derechos de todos para que el imperio de la ley se consolide como la verdadera garantía de la paz social. Ello no sólo porque se trata nada más ni nada menos que de la aplicación de la Norma Fundamental, pilar de la democracia, sino además para no repetir los errores de aquellos a quienes hoy repudiamos. No se puede erradicar el canibalismo comiéndose a los caníbales y mucho menos, comiéndose a quienes no sabemos si son caníbales.
Desde nuestro HONORABLE CONCEJO DELIBERANTE algunos ediles se han arrogado facultades justicieras, hurtadas nada más ni nada menos que a la Constitución de la Provincia de Buenos Aires y sus jueces naturales, citando por ejemplo a Raúl Woscoff, Elisa Quartucci, Raúl Ayude, o María José Romero, entre otros. Viene a cuento, que así como la ciudadanía de Bahía Blanca tiene en la memoria de sus adultos que otros funcionarios destacados tanto en las filas radicales como en las filas socialistas pertenecieron al llamado Proceso de Reorganización Nacional, en puestos de complejísima responsabilidad y que alguno incluso se recicló en intendente de la democracia, también los ediles mencionados lo recordaran. Este recuerdo es silencioso, “no se dice”, “no se habla”, pese a que en este caso es natural vincular la tarea que desarrollaba el funcionario devenido en intendente tempranero de la democracia con una de las controvertidas maniobras adjudicadas a la Dictadura.
Así es que, con este piso de marcha los mencionados concejales con sus declaraciones y pretendidas imputaciones intentan usurpar un poder que les está vedado por la propia ley. La destitución del Juez de Faltas sólo puede ser realizada por el mecanismo que aquella prevé. Estos concejales, no advierten (¿) que con su iniciativa , vulneran el estado de derecho , toda vez que dan la espalda a la legislación prevista para el objetivo que se proponen. Sin duda es claro que están queriendo darle un carácter sólo político para su fácil aprovechamiento a un procedimiento legal exigible a los ediles. El objetivo es esmerilar al Juez de Faltas, con base en un presunto déficit ético e impactar por elevación en las instituciones oficiales…operación política de manual pergeñada por los ediles Woscoff, Elisa Quartucci, Raúl Ayude y María José Romero, entre otros.-
Asimismo y repitiendo sus comportamientos típicos, los ediles mencionados nos han ofendido a nosotros y a la ciudadanía toda con actitudes que en la política demuestran las intenciones subalternas y la falta de códigos que ellos reclaman y que digámoslo de una vez, no los tienen. Estos personajes se esfuerzan buscando réditos mediáticos para posicionarse como candidatos a intendente en 2011 o renovar sus bancas para seguir viviendo del Estado, como lo vienen haciendo desde el año 1983, con la única técnica que dominan: los pedidos de informes y las denuncias. Decía el Maestro Calamandrei “el denunciante suele ser un testigo sospechoso” .
Para sazonar los hechos de los últimos días irrumpió en la escena el “Lázaro” de la política local, que ahora pretende reciclarse en acusador de la vindicta pública (síndrome de Estocolmo acaso ¿?) fallecido político que sólo quiere revivir a la escena local y utiliza patrañas, falsos argumentos descontextuados tratando de flotar en las aguas de su mediocridad. Este es el caso, del bochornoso Dr. López, un señor con aparente memoria sesgada, la cual utiliza para recordar sólo lo que le conviene. …” como si la sociedad bahiense no tuviera presente sus niveles de credibilidad. Sino por qué sus dichos y hechos fueron investigados y procesados por la Justicia Ordinaria. Con este pasado, cuya consecuencia fue la destitución de su cargo con una expedición judicial demorada en el tiempo, hasta el presente, próximamente será tenido como invitado de consulta en el seno del mismo Concejo Deliberante que promovió su destitución y en presencia de algunos que alentaron la misma. Venalidad, hipocresía y oportunismo se instalan en el legislativo local. Todo parece posible en el período pre electoral. Como al pasar, no estaría mal, darse algunos minutos para oír las famosas escuchas. Sólo para recordar de dónde venimos. Pero para qué vamos a hablar de que debería hacerse con la presencia del Intendente destituido por el HCD. A lo mejor los concejales nos tienen una sorpresa y ya que lo tienen a tiro le preguntan por el destino de los dineros públicos malversados, así después puede seguir revoloteando como un barrilete por los programas de televisión locales.
A ningún bahiense le quedó claro que es lo que sucedió en su gestión, lo único claro es que hoy en día, se atribuye el rol de justiciero, en nombre de los derechos humanos y en realidad la justicia todavía no terminó con él.-
Citamos las palabras del Dr. López, extraídas del diario LA NUEVA PROVINCIA el día 15/04/2010, en la cual aseguró tener el poder y la autoridad moral para “contarle a Bahía Blanca la verdad total sobre lo ocurrido”, ¿Entonces porque no cuenta la VERDAD?
Otro apéndice para lamentar es que, las Juventudes populares organizadas que militan en la ciudad, en su afán de buscar protagonismo popular, emiten insulsos comunicados de prensa, que solo sus militantes leen, y cuya calidad de mensaje es igual de paupérrima que sus dirigentes. No solo buscan prensa política sino que convocan a marchas y movilizaciones que no tienen ningún objetivo de fondo más que hacer pasar frio a sus militantes.
Con esto queremos llamar a la conciencia social bahiense … Pongamos las cosas en la balanza, seamos críticos y objetivos y pensemos que es más razonable y útil para la ciudadanía: juzgar socialmente a un funcionario cuyo desempeño es inobjetable, por un episodio laboral en las Fuerzas Armadas, hace 30 años, sin cargo alguno por ello; o desenmascarar la verdad detrás de esta operación política que tiene como articuladores al ex intendente destituido y sus concejales anfitriones; buscando anestesiar la memoria cercana que con poco esfuerzo nos dice con toda claridad quien es quien en el concierto político de nuestra querida ciudad.
JP VOLVIMOS BAHIA BLANCA