El voto latino fue clave para derrotar al candidato republicano, que sin embargo obtenía más sufragios.
Cuando se anunció que Ohio era para los demócratas, Barack Obama pudo finalmente respirar tranquilo. Si bien no se conocían todavía los resultados definitivos y Florida, otra clave de este comicio, continuaba disputándose palmo a palmo, el candidato demócrata finalmente había superado el mítico número de 270 representantes necesarios en el Colegio Electoral como para garantizarse cuatro años más al frente del gobierno, tras una extenuante campaña que terminó siendo bastante más complicada de lo que se esperaba meses atrás. Si Mitt Romney pidiera un recuento de votos en algunos de los distritos más reñidos, el suspenso podría prorrogarse hasta diez días y de hecho a última hora todavía “no estaba preparado para asumir la derrota”, según algunos allegados.
Una vez cada cuatro años el circuito informativo en Estados Unidos cambia su esquema. Nueva York y Washington, capitales financieras y políticas del país, pierden su protagonismo noticioso y la atención se centra en estados hasta entonces anónimos para la mayoría de los ciudadanos del mundo que siguen atentos los comicios. Ayer Ohio, Virginia y Nevada tuvieron sus 24 horas de fama mientras el resto del país esperaba nervioso que sus ciudadanos decidieran quién sería el presidente por los próximos cuatro años.