Para los libros de historia

Uno de los últimos finalistas de la Copa Argentina se despidió en su presentación. Racing, con todos sus titulares por decisión de su entrenador Luis Zubeldía, cayó merecidamente ante Tristán Suárez,

un equipo dos categorías menor, que milita en la Primera B Metropolitana. La Academia se despidió de uno de los objetivos del semestre –en el campeonato está muy lejos– y, sobre todo, perdió una buena cantidad de ganar dinero –360 mil pesos cobran los equipos que llegan a octavos–, que suele ser la gran ambición de los clubes en esta competición, además de la clasificación directa a la Copa Libertadores para el campeón.
Los de Avellaneda terminaron el partido con dos jugadores menos. Mario Bolatti se fue expulsado a los 4 minutos del segundo tiempo, por un empujón infantil delante del árbitro Mariano González. Después, Mauro Camoranesi pegó un patadón para cortar una contra y también debió irse a las duchas antes de tiempo. La imagen que dejó Racing fue cercana al papelón, por tratarse de una derrota ante un equipo inferior y por las expulsiones. Camoranesi y Bolatti, dos hombres que jugaron el último Mundial, no pudieron manejar sus nervios ante un rival de la Primera B. Eso desnuda muchas cosas. Además, la apuesta de Zubeldía de darle minutos a José Sand ante un rival de menor peso para devolverle confianza falló: el correntino pateó una sola vez al arco y mostró la misma lentitud en sus movimientos de siempre desde que llegó a Racing.
La diferencia pudo ser mayor, pero el palo en una ocasión, las atajadas de De Olivera en otras y la mala puntería de los delanteros del Lechero quisieron que el partido terminara 1-0. Igual, poco les importó a los hinchas y futbolistas de Tristán Suárez que la diferencia haya sido la mínima, porque festejaron el pase a octavos de final como si se tratara de un campeonato. Y no es para menos. Lo de anoche en San Juan fue histórico.
El partido, además de tener el condimento que tiene cualquier encuentro entre un equipo de Primera B y uno de los cinco grandes, tuvo algunos detalles que generaban un morbo especial y que hacen más duro el golpe para la Academia. Tristán Suárez juega con una foto de Néstor Kirchner, reconocido racinguista, en su pecho. El presidente del equipo de Ezeiza es Gastón Granados –hijo del Intendente de Ezeiza–, un fanático de Racing. Fue una derrota de las que duelen. La cara de los jugadores de Racing, del cuerpo técnico y de todos los que tengan algo que ver con el club después del partido fue elocuente.