La inundación castigó muy duro a la zona comercial. La dueña de una juguetería estimó su pérdida en 100 millones de pesos. Además hubo saqueos.
Al igual que el resto de los vecinos, los comerciantes destinaron la tarde del sábado a intentar recomponer parte de las incalculables pérdidas que atravesaron en sus locales.
El panorama de esta tarde contrastaba con la de cualquier otro sábado. Los dueños baldeaban sus tiendas, intentaban quitar el barro que dejó el agua y deshacerse de mercadería que quedó inutilizable.
Sabina, una de las dueñas de la juguetería ubicada en la esquina de General Paz y San Martín, contó a La Nueva. que se encontró con parte de su local destrozado.
El espacio está dividido en varios pasillos, todos repletos de mercadería. En el fondo, una puerta conecta con un pequeño depósito del subsuelo que quedó completamente inundado.
“Ahora tuvimos que poner una bomba para sacar el agua. Lógicamente, descontamos haber perdido toda la mercadería que había abajo”, graficó mientras abría la puerta que mostraba una oscura escalera llena de barro.

Y barajó una cifra estremecedora: “Calculo no menos de $ 100 millones en pérdidas. Es mercadería que tengo que reponer y golpea al local”.
En la esquina frente a la juguetería, la familia de Lucas también fue castigada duramente por la lluvia torrencial, que les quitó buena parte de la mercadería.
Y no solo la lluvia les quitó mercadería sino también los saqueadores. “Cuando vinimos a la tarde los vecinos nos dijeron que hubo gente que se aprovechó de la situación”, lamentaron.

“Por el nivel del agua pudimos recién venir a las 7 de la tarde (del viernes) y, además de los destrozos, nos encontramos también con esto”.
Y agregó: “Mucha de la mercadería la recuperamos gracias a los vecinos, nos ayudaron a rescatarla”.
Por su parte, Rosalía y su marido son dueños de un local de artículos deportivos. Las camisetas y pelotas de fútbol que venden al público estaban en buena parte apiladas sobre la vereda en la segunda cuadra de calle San Martín.

“De milagro no se nos derrumba el local”, contó la mujer. Es que debajo de ella hay un subsuelo que el agua había dejado inundado y, hasta bien entrada la tarde del sábado, aún no habían podido desagotar.
La situación de estos comerciantes se repite por cientos de casos, tras la inundación trágica. La mayoría, todavía atravesada por la angustia, no se sentía en condiciones de hablar.