El 24 de diciembre, el Movimiento de Trabajadores y Excluidos (MTE) y Proyecto 7 volverán a hacer la Navidad frente al Congreso, una cena para personas en situación de calle y familias que necesitan de una mano para las fiestas. Este es su quinto año, y el primero en la gestión de Javier Milei. “La navidad anterior recibimos dos mil comensales y creemos que va a ser más grande, teniendo en cuenta cómo se agravó la situación. Porque la gente no llega a comprar para comer; en los comedores, donde el Gobierno dejó de mandarnos alimentos, las filas son más largas y a veces no nos alcanza para todos”, señala Mariana González, militante del MTE.

En la convocatoria para este año ya se anotaron cientos de voluntarios, que se están repartiendo por turnos y actividades a cubrir. En cambio, todavía les faltan donaciones. Las organizaciones están haciendo una campaña para reunir la comida, así como regalos para los niños. En ese marco, difundieron los alias de dos cuentas a las que se pueden hacer transferencias (navidadencongreso y  Proyecto7) y las direcciones en las que están recibiendo elementos de higiene, ropa y juguetes: Pedro Echagüe 1265, donde funciona el comedor de Constitución del MTE; San Antonio 971, en Barracas y Monteagudo 435, en Parque Patricios, ambas de los centros de integración de Proyecto7.

Una mesa digna

La nochebuena en el Congreso es una actividad solidaria y de contenido político: muestra una foto del panorama social. En este diciembre esa foto hará contraste con el discurso de los funcionarios de gobierno, que vienen haciendo esfuerzos para instalar la idea de que bajaron la pobreza -sin mencionar nunca que se trata de la pobreza generada por su propia gestión-. Pero además, la Navidad en el Congreso es una reafirmación de los valores de la comunidad por encima de los del mercado. Y un espacio en el que las organizaciones sociales hacen visible su trabajo.

Horacio Ávila, de Proyecto 7, cuenta que esta celebración callejera pasó por un proceso a lo largo del tiempo.

“Cuando empezamos la actividad, la pensamos como una cuestión solidaria hacia los más necesitados de la plaza del Congreso, para los que no tenían ni qué comer ni con quién pasarla. Después comenzaron a llegar familias de la provincia, de la zona sur… gente que no tiene qué poner en la mesa. Creció el número de los que vienen, y también aumentó el número de voluntarios; la Navidad en el Congreso no es solamente es un encuentro solidario, sino que pasó a ser también una actividad social”.

En la plaza se tiende la mesa y se hacen actividades recreativas. Hay, por ejemplo, un espacio para las niñeces y un recital con bandas de música. Se arma una barbería y duchas móviles y hay un ropero solidario. Las actividades arrancan entre las 4 y 5 de la tarde, la cena se sirve a partir de las 8 de la noche.

“Armamos una mesa digna, como la que cualquiera de nosotros quisiera tener, no solo con la comida principal sino también con una mesa dulce, con un postre, una gaseosa”, indica González.

Dice también que es importante “por ejemplo que haya suficientes mesas para que todo el que se acerque pueda comer sentado, también que esté Papá Noel con regalos para los chicos. Que sea un festejo navideño.” El menú suele incluir pollo al horno, carne de cerdo al horno, algún arrollado y ensaladas frescas.

La cena es preparada por cocineras de las organizaciones de la UTEP, las mismas que vienen sosteniendo durante el año los comedores y merenderos comunitarios. El 2004 ha sido para ellas sido durísimo, porque el gobierno les cortó el envío de alimentos al mismo tiempo que les congeló el salario social complementario en 78 mil pesos. El ministerio de Capital Humano, con la ayuda de los grandes medios, las fustigó con una campaña de descrédito en la que, tras cortarles el envío de comida, denunció la existencia de comedores fantasma y acusó a responsables de los comedores de apretar a vecinos para que concurran a marchas de protesta.

“Tildan a las personas que trabajan en los comedores de planeras y de vagas, cuando son las que están sosteniendo las ollas y reinventando para cocinar con lo poco que entra a los comedores. Cosa que hacemos desde hace rato, porque siempre estamos acompañando y en la primera línea”, indica González.

Para la Navidad en el Congreso, las cocineras trabajan en el comedor de Constitución, el de la calle José Echagüe. Empiezan el 23, son dos días cocinando con más manos que las habituales. Hay que pelar papas, picar verduras, hacer las ensaladas de fruta.

Ávila apunta que en la actualidad hay 12 mil personas en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires, número que creció en relación a 2023, cuando la estimaciones de las organizaciones que trabajan en el tema lo ubicaba en 10 mil personas. “Un montón de gente nueva ha caído a la calle, lamentablemente, y hay otros que están sostenidos con alfileres por el aumento en los precios de las cuestiones más básicas como el transporte, los alquileres, los alimentos”.

“La mayoría de la población trabajadora hoy es pobre, aún teniendo trabajo, porque el promedio de ingresos de cualquier trabajador en la argentina es de 435 mil pesos, cuando los alquileres están arrancando de los 300 mil y la canasta básica está arriba del millón de pesos. Entonces, aún teniendo trabajo no alcanza. Tenemos un millón de chicos que todas las noches se van a dormir sin comer”.

Para Ávila, la franja etaria más afectada por la crisis es la de quienes tienen de 18 a 30 años y, en la otra punta, la de los jubilados. González coincide en que cada vez más jubilados se acercan a los comedores comunitarios. “A la Navidad en el Congreso vienen en su mayoría gente en situación de calle, pero hay también vecinos que no llegan a fin de mes. Nadie se merece pasarlo solo en las fiestas, y mucho menos sin nada para poner en la mesa”.