En su última misa en Bolivia, el Papa Francisco hizo un histórico pedido de perdón “a los pueblos originarios por el accionar de la llamada conquista de América”, en referencia a los crímenes y masacres perpetrados por los españoles.
En ese sentido, el sumo pontífice dijo que “hay sacerdotes que tienen vergüenza y olvidan hablar su idioma nativo” y reclamó que “no olviden su quechua, su aymara, su guaraní (…) Cada uno conoce su historia antigua”.
Por otro lado, Francisco criticó duramente la cultura del consumo y la adoración del dinero, y exclamó que “no se puede permitir que ciertos intereses que son globales pero no universales sometan a los organismos internacionales”.
“Los pueblos están llamados a organizarse y exigir pacífica pero tenazmente. Hay un genocidio en marcha que tiene que cesar”, sostuvo y agregó que “el futuro no está en mano sólo de los dirigentes y las elites, está finalmente en los pueblos, en su capacidad de organizarse y en sus manos que riegan”.
Al respecto, el Papa reclamó “ninguna familia sin merienda, ningún campesino sin tierra,ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades”, y ante miles de personas, exclamó: “Les pido en nombre de Jesús que defiendan a la madre tierra”.
Previamente, participó de un encuentro en el coliseo deportivo Don Bosco de Santa Cruz de la Sierra, con sacerdotes, monjes, monjas y seminaristas bolivianos y del norte argentino, donde criticó la existencia de “diferentes grupos” en el interior de la Iglesia católica.
“Sean pastores, no sean capataces“, arengó el pontífice, y llamó a los bolivianos a asumir un mayor compromiso con la feligresía, ya que la falta de religiosos de ese país es una de las preocupaciones de la Iglesia: “La esperanza no defrauda”, afirmó.
Al respecto, el seminarista Damián Oyola, de una familia minera del departamento de Potosí, dijo que en los 11 seminarios del país sólo hay 121 estudiantes preparándose para ser sacerdotes.