Fracasó un encuentro cacerolero que buscó juntar fuerza anti-K

Una vez apagado el fuego opositor que se puso en escena el 8 de noviembre pasado en distintos puntos del país, el gran dilema de los caceroleros y los grupos anti-kirchneristas parece ser cómo seguir y lograr poner en marcha algo más que una expresión de protesta en torno al “cepo al dólar” y contra los planes sociales. Para eso parece haberse organizado la reunión que se realizó en la sala Manuel Belgrano de la sede central del Banco Ciudad de Buenos Aires, en pleno microcentro porteño.

Entre consignas que fueron desde “correr por izquierda al gobierno” hasta “hacer una movilización por mes”, o las más delirantes, como “festejar el fracaso que va a ser el 7D” y “armar bombas molotov”, un grupo de unos 40 caceroleros se reunió en la entidad pública porteña (gentimente cedida por el macrismo) para lanzar propuestas y tratar de encausar lo que por ahora apenas asoma como un gesto de voluntarismo sin cauce.

“Foro de Discusión y Reflexión sobre el futuro de las protestas sociales inorgánicas” fue el pomposo título que eligió el organizador y coordinador del evento, Yamil Santoro, joven que formó parte de las recientes movilizaciones opositoras y que se desnudó frente a la Casa Rosada como forma de protesta.

“A la derecha de la izquierda y a la izquierda de la derecha”, es su lema en la red social facebook y tal frase se hizo carne al menos en lo discursivo durante su presentación, en la que intentó calmar las aguas de los participantes más encendidos, a los que buscó apaciguar debido a la presencia de las cámaras del canal CN23 y del programa Duro de Domar.

A lo largo de un discurso moderado y que celebró lo que llamó “un día de fiesta” en relación al denominado “8N”, Santoro destacó la concentración opositora y subrayó la necesidad de debate y tolerancia, aunque omitió los numerosos hechos de violencia que vivieron periodistas de todos los canales, incluídos los salvajes ataques sufridos por reporteros de Duro de Domar, C5N, Telefé y hasta canal 13.

“Hay que correrlos por izquierda”, se escuchó en algunos “grupos de trabajo” que se armaron luego de lo que fue su exposición y la de Laura Elías, ex esposa del legislador bonaerense José Ottavis. Sobre esta última, su presencia fue un interrogante para quienes asistieron a la reunión anti-K, que vieron en esa exposición algo fuera de contexto y demasiado puntual, si de anti kirchnerismo se habla.

Sin embargo, el foco del debate opositor es la organización o no de una marcha contra la aplicación efectiva de la ley de medios, que gira en torno simbólico alrededor del 7 de diciembre, o “7D”. Algunos impulsan un 6D, un 8D o, incluso, los más virulentos, un 7D opositor. Para algunos, incluido el organizador Yamil Santoro, sería inconveniente una marcha anti-7D, aunque adhiere al discurso del grupo Clarín basado en que la ley de medios es contra la libertad de prensa.

“Yo vine a pelear con los kirchneristas”, dijo con timidez un autoproclamado militante de una presunta organización llamada Resistencia Argentina. Sin embargo, la falta de participantes y, por supuesto, de alguien que se proclame como oficialista, hizo naufragar el deseo del joven, que se saludó con una integrante de Unión por Todos, el partido de Patricia Bullrich que pareció copar parte de la reunión.

Entre los presentes se distribuyeron hojas en blanco entre los grupos que se armaron para discutir y sacar en limpio alguna propuesta en común, o al menos qué es lo que quieren los que se manifiestan contra el Poder Ejecutivo.

Como era de esperar, la heterogeneidad fue la regla y lo que se escuchó giró en torno al “cepo al dólar”, las presuntas “ataduras” del Poder Judicial, “la falta de libertad de expresión”, tal como dijo un coqueto participante, “el poco presupuesto para las Fuerzas Armadas” y hasta la supuesta necesidad de “ponerle freno” a Cristina Fernández. Sobre esto último, primó la idea de que realizar muchas movilizaciones sería una buena forma de desgastar al gobierno, lo cual parece ser el fin principal de muchos de los portadores de cacerolas.

Entre los más radicalizados de los presentes a la anoréxica reunión cacerolera se encontraban dos señoras de atildado atuendo, que bromearon sobre “la yegüa” y las formas en las que podría ser sacada del poder. En otro “grupo de debate”, se pudo escuchar a un adolescente, apurado por irse a una reunión, que pedía “molotovs para todos y todas”.

En el mismo sentido, las mentes más afiebradas del convite soñaban en voz alta con un “fracaso del 7D” que desgastara al gobierno hasta “hacerle meter la cabeza a Cristina bajo tierra” (sic). En esos momentos, el llamado a la bonomía por parte de Santoro naufragaba de forma irremediable. Como la reunión en si, que fue desgranándose a medida que los poco entusiastas participantes se iban del lugar.