La estrategia para el regreso de la “larga noche neoliberal”

Los grupos y ONG que buscan en la Cumbre de Panamá torcer el rumbo de los gobiernos populares. Alianzas ideológicas y en algunos casos negocios en común, los paradigmas que identifican a los grupos de la derecha que desde sectores políticos y mediáticos crean zozobra en la región.

La derecha latinoamericana pretende recuperar el poder que supo detentar durante tantos años. Volver, como alguna vez calificó el ecuatoriano Rafael Correa, a la “larga noche neoliberal” de los ’90. Con el apoyo de Estados Unidos y en pleno desarrollo de la Cumbre de las Américas en Panamá, una extensa red de dirigentes y fundaciones decidió embestir contra los gobiernos populares de la región para impulsar a sus propios representantes. A pesar de pregonar la defensa de la “democracia” y el “respeto a las instituciones”, se trata de una telaraña de políticos con un oscuro prontuario de apoyo a maniobras desestabilizadoras y golpes de Estado. Hoy, su principal objetivo parece ser el de derribar al presidente venezolano Nicolás Maduro, identificado como el nuevo enemigo de la Casa Blanca. Pero van por más.

Todo ocurre en un contexto global delicado, mientras Barack Obama negocia un restablecimiento de las relaciones bilaterales con Cuba, al tiempo que se enfrenta duramente con Venezuela. Un país que, junto con Brasil y Ecuador, en las últimas semanas denunció intentos de desestabilización orquestados por los medios de comunicación y la oposición local. También es clave lo que ocurre al otro lado del Atlántico: los partidos fenómeno de la izquierda europea se referencian cada vez más en los procesos políticos latinoamericanos, lo que genera que las fuerzas conservadoras estigmaticen a gobiernos como el de Maduro para deslegitimar y horadar el crecimiento de Podemos, en España, y Syriza, en Grecia.

Por eso no es extraño que el ex presidente español Felipe González, uno de los lobistas en la época de privatizaciones del menemismo, decidiera hacerse cargo de la defensa de dos dirigentes de la derecha venezolana detenidos por instigar actos de violencia y promover un golpe de Estado contra Maduro: Leopoldo López y el ex alcalde de Caracas, Antonio Ledezma. Tampoco sorprende que la red de políticos neoliberales latinoamericanos sea liderada por otro ex presidente ibérico, José María Aznar, quien junto a 25 ex mandatarios de la región aplaudió las presiones ejercidas por EE UU contra el gobierno venezolano y señaló la existencia de “una alteración democrática” en el país bolivariano. Aznar y George Bush fueron los únicos dos que reconocieron el gobierno surgido del efímero golpe contra Hugo Chávez, justamente el 11 de abril de 2002.

Aznar hizo pública su postura esta semana a través de un texto divulgado en Madrid y firmado por el ex presidente argentino Eduardo Duhalde, el chileno Sebastián Piñera, los colombianos Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, y el mexicano Felipe Calderón, entre otros. Todos fieles exponentes del neoliberalismo, que durante sus gobiernos poco contribuyeron a profundizar la democracia real, entendida como la ampliación de derechos y oportunidades para las mayorías.

Piñera, discípulo predilecto de la Universidad de Harvard, fue un férreo opositor a la universalización de la educación pública y gratuita en su país. Duhalde, quien creció al calor del menemismo, era presidente durante la feroz represión del Puente Pueyrredón, en la que fueron asesinados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Uribe, de estrechos lazos con la Casa Blanca, fue denunciado por recibir financiamiento de grupos paramilitares. Y Calderón inició en suelo azteca la llamada “guerra contra el narcotráfico”, que propició la militarización de las calles y la desaparición de más de 12 mil personas en seis años de gobierno.

Los prontuarios de cada uno de estos dirigentes podrían ocupar varios libros. Pero no son sólo nombres propios los que componen la red de la derecha latinoamericana. Detrás de las caras conocidas aparece un grupo de fundaciones que, como dice la reconocida investigadora Stella Calloni, está llevando adelante una “invasión silenciosa” en el continente. Se trata de un grupo de organizaciones que se muestra como “la cara social de la CIA” y que está directamente financiado por EE UU y Europa.

“Lo común entre todas las organizaciones es que comparten los mismos nombres en sus juntas directivas y comités asesores, además de los mismos financiadores y patrocinadores, lo que los convierte en un verdadero ejemplo de una telaraña imperial”, asegura Eva Gollinger, una abogada, escritora e investigadora estadounidense-venezolana, autora de La Telaraña Imperial: Enciclopedia de Injerencia y Subversión.

Una de esas organizaciones es la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), presidida por Aznar y uno de los tantos tentáculos que tiene el derechista Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy en España para esparcir su visión conservadora de la política y la economía. Se trata de un foro que apoyó el golpe de Estado contra Chávez y que compartió varios actos con la Fundación Pensar, el think thank del PRO y su líder, Mauricio Macri, en la Argentina. Los encuentros se dan todos los años y en el primero de ellos, en 2008 en Rosario, participaron el ex secretario estadounidense para América Latina, Roger Noriega, y el escritor Mario Vargas Llosa, conocido internacionalmente tanto por sus obras literarias como por sus posturas neoliberales.

Otra organización que apoyó el golpe de Estado contra Chávez es el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (CEDICE), que se presenta en su sitio web con una cita del gurú neoliberal Milton Friedman y dice defender “la libertad individual, la iniciativa privada, los derechos de propiedad, el gobierno limitado y la búsqueda de la paz”. Su objetivo central es “la divulgación del pensamiento económico y político que otorga prioridad a la libre acción”.

La organización nació en Venezuela, pero recibe un importante apoyo económico del extranjero. En particular, del Centro para la Empresa Privada Internacional de EE UU (CIPE, por sus siglas en inglés), que opera como el brazo empresarial del Departamento de Estado y de otras dos conocidas fundaciones: la Fundación Nacional para la Democracia (NED) y la Agencia de Desarrollo Internacional de EE UU (USAID), expulsada de Bolivia el año pasado, cuando el presidente Evo Morales la denunció por “injerencia” en asuntos internos.

Muchas de estas organizaciones operaron dentro de las subcumbres que se realizaron antes de la Cumbre de las Américas que comenzó ayer y finalizará esta tarde en Panamá. Una de ellas es el Centro de Investigación y Capacitación de Emprendedores Sociales (CICES), que aprovechó la ocasión para organizar el IV Foro de Jóvenes de las Américas, donde la derecha regional lanzó sus habituales críticas contra los gobiernos de Cuba y Venezuela. La presidenta de CICES, la argentina Micaela Hierro Dori, es una ex funcionaria del PRO que se formó en la Georgetown University bajo el Global Competitiveness Leadership Program, una verdadera usina de líderes de la derecha internacional.
Durante su estadía en Panamá, Hierro Dori reconoció, a través de un audio filtrado, que el evento organizado por el CICES buscaba conseguir “algo de dinero extra del Departamento de Estado porque ellos quieren armar algo grande”. La mujer es, además, fundadora de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia en Cuba, un organismo dedicado a fustigar a la revolución comandada por Fidel y Raúl Castro.
En los últimos tiempos, este tipo de organizaciones, al igual que los representantes de la nueva derecha latinoamericana, optaron por una estrategia: adoptar un discurso lavado, a favor de los “Derechos Humanos” y la “democracia”, sin dar muchas precisiones sobre su verdadero pensamiento político y económico. El mejor ejemplo es Macri, que según su precandidata a jefa de gobierno Gabriela Michetti, es un hombre “cero ideologizado”. Un mito que se derrumba rápidamente cuando el candidato presidencial para los comicios de octubre dice que hará todo lo posible para que en Venezuela “se restablezca realmente un gobierno democrático”. «

la fundación pensar

El pasado 26 de marzo, Mitzi Capriles, esposa del encarcelado alcalde venezolano Antonio Ledezma, y Lilian Tintori, mujer del también preso dirigente opositor Leopoldo López, visitaron Buenos Aires. Durante su estadía fueron bien recibidas por el líder del PRO, Mauricio Macri, quien se mostró preocupado, una vez más, por la situación en el país gobernado por Nicolás Maduro.
Además de formar parte de la Fundación Pensar, el precandidato presidencial cuenta con una ONG llamada Grupo Estela (Estudios Estratégicos Latinoamericanos), dirigida por el ministro de Educación de la Ciudad, Esteban Bullrich, y el sub secretario de gestión económica, Carlos Regazzoni. Ambos trabajan intensamente en la campaña contra Venezuela, siguiendo los lineamientos de los think thanks estadounidenses.
Según un informe publicado esta semana por la CTA, el Grupo Estela reúne en su interior a un puñado de jóvenes expertos en temas de relaciones internacionales, economía y políticas públicas, que el PRO utiliza para generar papers y documentos de situación sobre la realidad local y latinoamericana. Mercedes Renó, Nadia Kreizer, Sergio Caplán y Laura Dadomo son sólo algunos de sus integrantes, la mayoría provenientes de universidades privadas como la UCA o Austral.
Acompañan también esta iniciativa de la derecha regional otros cruzados del PRO, como la diputada Cornelia Schmitd-Lierman, Federico Pinedo -asiduo visitante de la embajada de Estados Unidos-, el rabino Sergio Bergman y Jorge Triaca. El detenido Antonio Ledezma y la vocera de la ultraderecha María Corina Machado figuran como miembros de honor de la ONG.
En su última reunión, los expertos de Estela trataron la situación que vive Venezuela y llegaron a la conclusión de que “hay tres escenarios a futuro”: uno “menos probable”, en el que “Maduro flexibiliza el régimen para finalizar su mandato”; otro en el que el presidente “endurece su posición y aumenta su aislamiento”; por último, uno en el que “Maduro finaliza su mandato en contexto de crisis institucional”.

GOLPE

Justo un 11 de abril, pero de 2002, Aznar y George Bush (hijo) fueron los únicos en reconocer al efímero golpe contra el presidente bolivariano Hugo Chávez.