La Justicia condenó a perpetua a Etchecolatz por crímenes en la dictadura

Entre otros crimenes, se encontró a Miguel Etchecolatz responsable del secuestro y asesinato de la hija de Estela de Carlotto, Laura Carlotto, en el centro de detenciones ilegales denominado “La Cacha”.

Las víctimas del centro clandestino de detención La Cacha tuvieron justicia: el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de La Plata condenó a prisión perpetua a 15 imputados por los secuestros y torturas de más de un centenar de víctimas de la dictadura cívico-militar, entre ellos, a los ex militares del Destacamento de Inteligencia 101 del Ejército, espías que dependían del temible Batallón 601. Además, condenó a penas de 13 años a tres ex agentes civiles de inteligencia y a 12 años a un marino. A todos, “por su complicidad con el genocidio perpetrado en la dictadura cívico-militar de 1976-1983, al intervenir en la matanza de un grupo nacional”.

A los tres policías que les cupieron las penas máximas los hallaron culpables de los asesinatos de Luis Bearzi y Marcelo Bettini, hermano del embajador en España, Carlos Bettini. Los militares fueron condenados también por los homicidios de Olga Noemí Casado y Laura Carlotto, la hija de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto, y la madre del nieto Nº114, Ignacio Guido Montoya Carlotto. Al civil y ex ministro de Gobierno bonaerense durante la dictadura, Jaime Lamont Smart, lo condenaron por los cuatro asesinatos. Sólo absolvieron a un militar de bajo rango.

La lectura de la sentencia se extendió durante una hora y once minutos, y sobre el final del fallo, los jueces Carlos Rozanski, Pablo Vega y Pablo Jantus, exhortaron a los poderes Ejecutivos de la Nación y la Provincia a desafectar el edificio donde funcionó el Destacamento 101 y el predio de la antigua planta Transmisora de Radio Provincia donde funcionó La Cacha, para ser “destinados como sitios de memoria”. Además, ordenaron la “exoneración de los condenados y la suspensión del goce de jubilación, pensión y retiro”.

“Ahora vamos a estar en paz, porque creo que nuestros seres queridos asesinados estarán descansando en paz“, dijo Estela de Carlotto apenas terminó la audiencia. “Están hablando con una abuela feliz que recuperó a su nieto, que se está enterando de este acontecimiento en el que se ha mencionado a su mamá; con estas condenas a quienes no tienen un rasgo de humanidad, porque todavía se sublevan, insultan y se creen que son víctimas. Esta es la democracia que felizmente tenemos. Nos vamos bien”, completó.

La Abuela escuchó el veredicto en la primera fila, junto a su hijo y secretario de Derechos Humanos bonaerense, Guido Carlotto; al presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez; al diputado del Frente para la Victoria, Horacio Pietragalla; el embajador argentino en España, Carlos Bettini; la Madre de Plaza de Mayo, Adelina de Alaye; la decana de Periodismo, Florencia Saintout, y otras Madres y Abuelas. Las víctimas, los querellantes y el público colmaron el resto de la sala. Todos aplaudieron cada condena, todos cantaron y festejaron, antes y después de las condenas, retrató Tiempo Argentino.

Las penas de prisión perpetua recayeron sobre 12 de los 13 ex integrantes de la inteligencia del Ejército, organismo del que dependía La Cacha: Carlos del Señor Hidalgo Garzón; Jorge Héctor Di Pasquale; Gustavo Adolfo “El Francés” Cacivio; Roberto Armando Balmaceda; Emilio Alberto Herrero Anzorena; Carlos María Romero Pavón y Pedro Anselmo Palavezzati, culminarán sus vidas en prisión. Sólo Ricardo Armando Fernández y Miguel Ángel Amigo fueron beneficiados con prisión domiciliaria, mientras que el ex espía Luis Orlando Perea, fue absuelto.

También recibieron la pena máxima, y deberán cumplirla en una cárcel común, los ex guardias del Servicio Penitenciario Bonaerense Héctor Raúl “El Oso” Acuña (a quien el Servicio Penitenciario Federal retiró entre ocho personas del tribunal porque pretendía arremeter contra el público al grito de “asesinos”) e Isaac Crespín Miranda.

Todos fueron considerados coautores de tormentos agravados y privación ilegítima de la libertad de las víctimas de La Cacha y responsables del secuestro con resultado de muerte de Laura Carlotto y Olga Noemí Casado, una embarazada que dio a luz en la maternidad clandestina que funcionó en ese centro y cuya hija fue apropiada y restituida.

Los policías Miguel Osvaldo Etchecolatz, Horacio Elizardo Luján y Julio César Garachico fueron condenados a perpetua por los asesinatos de Luis Bearzi y Marcelo Bettini. Mientras que el civil Smart, fue condenado a la misma pena por esos homicidios, los de las dos mujeres y el resto de los delitos cometidos en La Cacha.

Los ex espías civiles del Destacamento 101 de inteligencia, denominados Personal Civil de Inteligencia (PCI), Raúl Ricardo Espinoza, Rufino Batalla y Claudio Raúl Grande, fueron condenados a 13 años de cárcel. Los consideraron “partícipes secundarios” de lossecuestros, las torturas y los asesinatos. Al marino Juan Carlos Herzberg le dieron 12 años, que cumplirá en su casa. A todos los condenaron “por su complicidad con el genocidio“.

“Esta condena consolida la lucha por Memoria, Verdad y Justicia que siempre llevamos adelante desde este proyecto político”, aseguró Domínguez al finalizar la audiencia. “Es la mejor manera de honrar a Néstor Kirchner, que fue quien convirtió a los Derechos Humanos en una política de Estado. Pasó lo mejor que podía pasar que es que los asesinos estén presos”, concluyó.

Bettini manifestó la dualidad de sensaciones que le produjeron las condenas. Por un lado aseguró que le generaron felicidad, pero “por otro lado es la vuelta a recuperar toda la historia vivida, todos los sacrificios y los tormentos que han padecido los míos y todos los demás”, finalizó.

En el fallo, el TOF Nº1 también ordenó investigar la participación en los hechos del ex guardiacárcel bonaerense Lucas Manuel Gordillo, mencionado en el juicio. Por otra parte, no dijeron nada respecto del pedido de la querella de HIJOS que solicitó investigar al diario platense El Día por sus presuntos vínculos con el Destacamento 101, tal como delató el imputado Palavezzati en el debate.

Fuera del ex teatro de la AMIA, donde funciona el TOF, era una fiesta. Desde un escenario montado sobre la calle, la música a todo volumen envolvía a un tumulto de gente que se abrazaba, festejaba, bailaba. La celebración por el acto de justicia se extendió más allá de la medianoche

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