Rocca mueve con cuadros propios la política energética y monopoliza Trabajo; el estudio del jefe de la UIA elabora una reforma impositiva; y la Rural traba la embestida del campo contra las retenciones y la devaluación. El tándem Rosenkrantz-García Mansilla, un sueño húmedo de los ceos para que no caiga el DNU.
Mientras la crisis se precipita y sectores de la pequeña y mediana empresa se empiezan a levantar contra la recesión autoinfligida del Gobierno, el establishment más fuerte acelera para sostener al gobierno de Javier Milei. Lo hace con un conjunto de acciones: la primera, una militancia férrea del ajuste; la segunda, copando lugares clave en los ministerios más calientes del Poder Ejecutivo, con cuadros propios que garantizan no el apoyo a lo libertarios, sino la configuración de un gobierno a la medida de los deseos de las empresas. Dos cosas que parecen lo mismo, pero son bien diferentes.
Los popes del Círculo Rojo saben, además, que están obligados a jugar más a fondo en el respaldo porque ven al Gobierno con incapacidad de cosechar respaldos políticos y hacer alianzas de consenso sobre el ajuste. En síntesis, son el aliado clave e incondicional en el momento más turbulento para los libertarios. Un industrial pyme y titular de la Cámara de Indumentaria, Claudio Drescher, coló entre sus colegas una definición que grafica por qué los grandes juegan: “Ven la realidad desde el piso 28, nosotros la vemos desde la planta baja”, suele afirmar.
Esta semana, el Consejo del Comercio y la Producción (Cicyp), albergó al ministro de Economía, Luis Caputo. Habitual lugar en el que los ceos simpatizan con cuadros de ese perfil, el mitin tuvo una particularidad: “Toto” fue celebrado adrede, aunque él supuso que era espontáneo. “La idea era homenajearlo”, se sinceró ante Página I12 un integrante del Cicyp, que además contó que la decisión de hacerle la claque fue “de la mesa chica” del organismo. Por parte del Gobierno, en esa mesita estuvo Juan Pazo, el real viceministro de Economía de Caputo, ex socio de Francisco De Narváez en negocios textiles y el lobbyista en el que su superior más confía. De parte del Cicyp, blanquearon el agasajo el jefe de la Bolsa, Adelmo Gabbi, Javier Bolzico (ADEBA), Alfredo Guzmán (Celusal y cámara de Aberdeen Angus), y el jefe de la UIA, Daniel Funes de Rioja.
Pero el que más insistió en darle una gran bienvenida a Caputo, aún con los ruidos de la crisis, fue Marcos Pereda Born, titular del Cicyp y vice de la Sociedad Rural (SRA). Hace unos días, el personaje en cuestión hizo una nota en un canal afín al macrismo, una nota con contexto guiado. Pereda fue allí a postularse como sucesor de Nicolás Pino al frente de la entidad agraria. ¿Por qué lo hizo con tanta insistencia y marcándolo tantas veces en esa entrevista? Porque entiende que es el momento de bancar al gobierno de manera más elocuente, y que Pino, aún dentro de su perfil conservador, suele buscar más equilibrios. Le facturan, además, haber sido un interlocutor habitual, en la campaña, con el candidato peronista Sergio Massa. Pereda quiere proteger al gobierno de la queja de las bases por la retenciones y de la presión para devaluar que hacen los sectores sojeros.
Con estos antecedentes visibles de ceos exponiéndose, este diario le preguntó a un mesa chica del Cicyp por qué, si la actividad es la peor en décadas, están apostando a todo o nada. La respuesta es clara y muestra bien el fenómeno: “Mirá, la pregunta que nos hacemos es qué alternativa tenemos si esto sale mal, ¿qué es lo que viene? Y puede salir mal, porque no sabemos qué viene”, expresó esta fuente, y agregó que, “naturalmente, después discutamos si el modo de Milei es el correcto o no, porque la verdad es que todo lo que mandó al Congreso no pasó, no salió, las perdió todas”. Por último, mientras se quejaba, en los pasillos de Cicyp, del defectuoso catering del Hotel Hilton en relación al del Alvear, donde se estila hacer esos almuerzos, este interlocutor dejó un cierre inquietante: “en el empresariado se habla de que con esta crisis la gente se puede dar vuelta y votar cualquier cosa como alternativa, y ahí se cae nuestro modelo. ¿Se entiende?”.
Los ceos redactan una reforma fiscal
Liban Kusa es un abogado socio en el estudio Brouchou y Funes de Rioja, propiedad del titular de la UIA. Alguna vez barajado como posibilidad para ser titular de AFIP en el Gobierno de Milei, esta semana fue noticia en el portal Cenital por un documento de la Ley Ómnibus en el que figura como persona que ha trabajado sobre ese Word. Kusa, que fue asesor en dicha norma, es algo más que un opinólogo técnico. Es un hombre clave para Milei y Caputo: según supo este diario, le pidieron que elabore una nueva ley de Reforma Tributaria Integral para las empresas, que tiene en su texto un capítulo de fiscalizaciones, criterios de multa y escalas de aportes.
El Presidente no tiene en su plantilla expertos en estos temas y Kusa juega ese rol, con un detalle no menor. Fue abogado de todas las empresas de alimentos y de muchas industrias de la cámara alimenticia Copal, que presidía Funes, el dueño de su estudio. Lo que moldea Kusa es una ley a medida, para que se vote de modo individual si se cae el DNU. Como en este pequeño mundo en el que el poder económico y el político se confunden, todos se conocen: mientras Kusa elabora esa norma, Milei insistió para sumar a la Corte Suprema de Justicia a Manuel García-Mansilla, un abogado histórico del establishment y, en particular, de empresas petroleras. El sueño húmedo de los ceos es que el tándem García-Mansilla y Carlos Rosenkrantz (otro abogado de empresas), sea el dique de contención al rechazo del DNU. Es que se juegan allí, sobre todo, negocios petroleros, de la medicina prepaga y otros rubros. No por casualidad, buena parte de los funcionarios que llegaron de empresas para meterse en el Gobierno de Milei, provienen de esas actividades.
Miguel Blanco fue gerente general de Swiss Medical, la prepaga de Claudio Bellocopitt. Hoy es Síndico General de la Nación. Su sector fue el más beneficiado con la liberación de cuotas de la medicina privada. Lo de Blanco es curioso: durante el gobierno de Cristina Fernández fue artífice central del Foro de Convergencia Empresarial, con el que buscaban contrastar con el gobierno K por temas institucionales. Durante el macrismo se silenciaron, con Alberto Fernández volvieron a hacer comunicados defendiendo la independencia de la Corte Suprema ante lo que consideraban presiones oficiales, y hoy respaldan la colocación de un pool de magistrados que les garanticen a las empresas el libre mercado más allá de las legalidades del DNU. El mundo al revés.
Rocca lo expresa mejor que nadie
En la botonera del Ejecutivo, hay grupos que tienen una preponderancia fundamental. Uno de ellos es Techint, que tiene cuadros propios en puntos de decisión estratégicos. Hace unos días, Paolo Rocca habló en un Congreso energético en Houston, Estados Unidos, y elogió el rumbo de Milei. “En las elecciones la maría de la gente optó por un cambio profundo en la forma en la que se gestiona el país. Y el nuevo presidente (Milei), elegido con un 56% de los votos, cuenta con un gran apoyo. Es un presidente particular. Lo han visto en su intervención en Davos. Pero el punto central es que su programa económico suena a lo que la Argentina necesita, como la reducción del déficit fiscal y del gasto público del 40% al 25% y una liberalización del mercado”, expresó.
Rocca tiene todos los cañones apuntados al éxito del Gobierno, y tiene injerencia directa. Su aporte más reciente es el de Julio Cordero, ex abogado de la UIA y hombre de la “T”, que quedó como secretario de Trabajo. Cordero trabajó en los equipos de campaña de Patricia Bullrich sin renunciar a la UIA, y aún sigue sin correrse de allí. Una de las misiones que tiene es evitar que el Gobierno ponga otros impuestos a empresas si es que sucumbe a la presión de los gobernadores para que no retorne el impuesto a las Ganancias. No le esquiva a la tarea: fue un lobbista central de la UIA por la reforma laboral.
Un dato extra: Rocca, dicen los industriales, se convirtió en “un petrolero más que en un industrial”. Tiene un fuerte interés en Vaca Muerta y en el gasoducto reversal Norte (permite exportar gas a Bolivia), la única obra pública que no por casualidad sobrevivió a la poda de Milei. Por eso apostó fuerte a dos cuadros. El más conocido, Horacio Marín, el ex Tecpetrol que preside YPF; y Luis De Ridder, ex gerente de Tecpetrol, que hoy es subsecretario de Hidrocarburos. Demasiado manejo dentro del Estado para una firma que tiene tantos intereses en la actividad petrolera y que, además, compite con la YPF que preside un ex Techint.
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