Cuando el jefe de Gobierno Mauricio Macri anunció esta semana que el año próximo aceptará la devolución del subte porteño y el Premetro, el PRO comenzó a contabilizar dos grandes obstáculos en el horizonte de 2013. El primero, ya conocido, son las elecciones de medio término, con sus correspondientes primarias abiertas, y el segundo consiste en la administración del metro capitalino, cuyo desmanejo con el precio del viaje podría transformar la iniciativa del alcalde en un remedio peor que la enfermedad que busca conjurar.
El sorpresivo anuncio del líder del PRO, desconocido por la mayoría de su Gabinete y de sus propios diputados, buscó retomar la iniciativa para revertir el desgaste sufrido durante la primera semana de noviembre. En esas jornadas quedó entrampado entre un conflicto por la recolección de residuos, bajo el primer calor de la primavera, junto a las tormentas posteriores, que anegaron el barrio de Belgrano, cuyas calles estaban colmadas de basura sin recolectar. A esa combinación de lluvia sin freno y basura sin control, se sumó la memorable foto del alcalde con la banda de rock Kiss, captada en medio del apagón que afrontó toda la Capital, en la previa del cacerolazo del 8N contra el gobierno nacional, que el macrismo tampoco logró capitalizar. En esa encerrona, constatada con espanto por los funcionarios del PRO al calor de febriles encuestas y sondeos, la mesa chica del alcalde resolvió adelantar la transferencia, prevista para comienzos de diciembre, luego del 7D.