Moyano, Micheli, el campo y Clarín: la Alianza del apriete

 

 Una nota de Andrea Recúpero para la Revista Veintitrés

No le gustaría no ir mañana a trabajar y no pedirle a nadie excusas, para jugar al juego que mejor juega y que más le gusta? La canción de Serrat le calza como anillo al dedo al Moyano “agresivo y enérgico con ambiciones políticas” que surgió tras las elecciones presidenciales de 2011, cuando no logró colar a sus mejores hombres en las listas del oficialismo y quedó paladeando furia contra esa mujer, Cristina Fernández, que se atrevió a despreciarlo aun cuando le llenó la 9 de Julio de trabajadores en apoyo a la reelección. Con el despecho motorizando sus pasos y con una alta dosis de machismo, que lejos de ser una interpretación es una cuestión de peso según sus laderos, fue tomando distancia de la Casa Rosada a una velocidad inusitada y casi sin medir costos. En ese recorrido no sólo se fracturó la CGT, sino que en los papeles la fracción que lidera perdió la legalidad. Para equilibrar la carga, Moyano fue subiendo al camión a dirigentes cuestionados por amplias franjas de la ciudadanía, como Gerónimo “Momo” Venegas y Luis Barrionuevo. Y en ese devenir contradictorio también fue tejiendo alianzas con gremialistas que siempre estuvieron en las antípodas del modelo sindical que encabeza, como Pablo Micheli, con quien esta semana salió a jugar al juego que mejor juega y que más le gusta: medir fuerzas y calibrar poder a través de un paro.

Más allá de hacer foco en el tenor de los reclamos –la modificación del piso de Ganancias, un aumento a los jubilados y el salario familiar para todos los trabajadores–, después del primer tamiz, lo que quedó en la superficie es que Moyano esta vez no pudo solo. Con la UTA en la vereda de la CGT oficialista, comandada por el líder de la UOM, Antonio Caló, tuvo que pergeñar una estrategia que garantizara que el paro del 20N se sintiera con fuerza, al menos en la Capital Federal y en la provincia de Buenos Aires, bastión del peronismo, principal distrito electoral y lugar del que es oriundo. Cada vez más militante de las fotos, el camionero imaginaba esa misma 9 de Julio que supo llenar mientras fue aliado estratégico del gobierno nacional, esta vez vacía. El logro fue tapa de Clarín que esta vez, aunque el paro impidió la distribución de diarios por la adhesión de canillitas y distribuidores, no denunció un bloqueo a la libertad de expresión, como lo hizo cada vez que una protesta impidió la normal circulación del periódico. La falta de transporte público es siempre el pilar sobre el que se apoya cualquier paro que pretende lograr impacto. Aunque una parte del personal aeronáutico, de ferrocarriles y de la Línea B de subterráneos adhirió, no era suficiente. La estrategia de cerrar pasos clave en horas pico fue esta vez el pilar en el que se asentó la huelga. Y en ese punto, lo cierto es que la CTA le garantizó a Moyano los piquetes que cerraron el paso a los que querían desplazarse hacia sus lugares de trabajo, así como las patronales, desde el titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, hasta el Grupo Clarín, le aseguraron el rebote necesario para influir en la decisión de no ir a trabajar de un nutrido grupo de personas.

Micheli sintetizó en pocas palabras la arquitectura del paro. “De lo que se trata es de que quien tenga ganas de ir a trabajar no vaya”, dijo en la víspera de la medida de fuerza al publicitar los más de 150 piquetes con los que logró obstruir los principales accesos a la Capital Federal. Una estrategia que dio sus frutos y que le permitió a Moyano conseguir la foto del paro y calificar como “un éxito” la huelga. Los incidentes en bares y comercios de Avenida de Mayo para obligarlos a bajar las persianas, entre ellos el emblemático Café Tortoni, y los colectivos apedreados por no participar en el paro también contribuyeron a vaciar la ciudad después del mediodía.

Pero más allá de ese “éxito” forzado, en el entorno del camionero, Micheli cae pésimo. Las disputas que protagonizaron en el pasado por la personería de la CTA, ahora silenciadas, y la sensación de que la CGT Azopardo estaba yendo por primera vez detrás de una convocatoria de otra central obrera fueron la trastienda del paro. Es más, ese fue uno de los argumentos de peso que inclinó la balanza a favor de los piquetes y en contra de movilizar a Plaza de Mayo. Ahora, después del 20N la pregunta que sobrevuela a ambos lados de la convocatoria es: ¿quién salió ganando el martes, Micheli o Moyano? Las opiniones están divididas, según dónde se formule la pregunta. Mientras en la CTA opositora la apuesta es seguir ganando visibilidad, en la CGT Azopardo el balance está dividido entre los que creen que “Moyano ganó en construcción política y Micheli ganó protagonismo mediático”, y los que reconocen que “es sólo un matrimonio por conveniencia y punto”. Lo cierto es que la sociedad con Moyano le permitió al líder de la CTA opositora pasar a las primeras planas de los diarios y estar en la pantalla durante los noticieros centrales, mientras al camionero –según el análisis de las fuentes consultadas por esta revista– “el paro le permitió moverse de nuevo en el terreno de la confrontación, que es el que mejor maneja”.

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INFOnews