Salió a la venta el libro «Trincheras de libertad, una crónica obrera», la historia de la gráfica Donnelley que hoy es Madygraf, bajo gestión de sus trabajadores

El libro se llama «Trincheras de libertad, una crónica obrera» y fue escrito por Jimena Gale y Eduardo Ayala. La presentan como una crónica de la historia de la recuperación de la fábrica Donnelley por sus trabajadores hasta convertirse en Madygraf.

 

Esta es la crónica de una historia previa a una gestión obrera: la de los trabajadores de Donnelley que hoy sostienen Madygraf, la fábrica sin patrones en el corazón de la Zona Norte del Gran Buenos Aires.

El relato, un entretejido de voces protagonistas hilvanadas en la narración de Jimena Gale y los testimonios de Eduardo Ayala, se enmarca en la historia reciente de la clase trabajadora argentina, en particular en el fenómeno del sindicalismo de base (2005-2015).

«La crónica recorre esta experiencia obrera de avanzada que confluyó con el movimiento de mujeres previo al Ni Una Menos; retomó lo mejor del clasismo en valores tan importantes como la solidaridad de clase, la defensa de los más precarizados; recuperó a la asamblea como espacio de decisión colectiva en la vida de una fábrica, y demostró cómo los trabajadores confluyen con las ideas del socialismo, con las que encararían el cierre de la multinacional y el inicio de una nueva historia», detallaron desde la editorial IPS.

Sin ser escritora ni periodista de oficio, Jimena Gale, trabajadora de Madygraf, apela al periodismo literario para interpelar, conmover y dejar lecciones para el presente: no hay fábricas “especiales” sino voluntades colectivas. “Llegué a la fábrica y no tuve ni que tocar el timbre. El compañero que me abrió la puerta tenía tanta ansiedad como yo por todo lo que estaba pasando. Esa puerta, oscura y pesada, era el inicio de un pasillo que me pareció infinito.

El vértigo me invadió. Aquello era una enormidad, un monstruo al que había que domar con nuevos hábitos. Un mes antes fue ese mismo compañero quien, junto a otros trabajadores, abría la misma puerta para que ingresaran sus trescientos compañeros. Esa vez no tuvieron que pasar por la seguridad ni fichar.

Entraban cantando y saltando para darse ánimo, a los empujones, con los puños cerrados llenos de miedos y expectativas. Venían de esquivar el precipicio del desempleo y entraban en una trinchera que no pensaban abandonar”

 

INFOGREMIALES

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