Vera, en contra, Sporle y Cabral, anotaron para los visitantes; mientras que Rodríguez, en contra y Depietri, anotaron para el local.
Independiente parece haber encontrado un diez. Un conductor de equipo, un administrador de los ritmos y los tiempos, un heredero a la distancia del linaje que Ricardo Bochini llevó a lo más alto de la historia. Ya había mostrado Luciano Cabral en un par de toques el sábado ante Sarmiento de Junín, que tenía talento para jugar y hacer jugar. Frente a Talleres en Córdoba volvió a evidenciarlo. Entró en la última media hora del partido y lo definió con un golazo: a los 90 minutos recibió de Maestro Puch, entró al área, eludió al paraguayo Riveros, despatarró al arquero Herrera y convirtió el gol que le dio la victoria al Rojo por 3 a 2 y el liderazgo con puntaje ideal del grupo B del Torneo Apertura, que comparte con Central y San Lorenzo.
Fue un espectáculo de locos. Tan infrecuente que a los 17 minutos estaba 1 a 1 con dos goles en contra (Vera para Talleres y Juan Rodríguez para Independiente) y a los 35, ganaba el Rojo por 2 a 1 luego de que los cordobeses malograran cinco situaciones clarísimas. El voltaje emocional decayó en el segundo tiempo por la alta temperatura. Y cuando daba la sensación de que Independiente tenía el resultado bajo la suela, Talleres igualó faltando cinco minutos con un golazo de volea de Depietri. A los 45 minutos, Cabral hizo el golazo de la victoria roja. Y en tiempo de descuento, Tarragona casi debajo del arco, desperdició la posibilidad de un empate que acaso, le hubiera caído al trámite como anillo al dedo.
Independiente fue un canto a la eficacia. Tuvo tres situaciones y concretó las tres. Dio muchas ventajas defensivas en el primer tiempo. Pero en el segundo se paró más atrás y con un esquema 4-4-1-1 se aseguró en el fondo aunque haya visto de lejos el arco cordobés. Talleres fue todo lo contrario. Como ante San Lorenzo, no pudo resolver las situaciones que tuvo. Y atrás, tuvo la misma consistencia que un flan. Mientras les dieron las piernas y los pulmones, Rubén Botta y Matías Alejandro Galarza manejaron a gusto la pelota y el partido. Pero ninguno resultó tan decisivo como Cabral. El diez que jugó en media hora el fútbol que la mitad de Avellaneda hace rato que quiere ver.
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