“No vamos a poner en riesgo todo”

Por   recupero  y piqué
La titular de Madres de Plaza de Mayo rompió el silencio en una extensa entrevista con Tiempo Argentino en la que anunció que decidió separar a Pablo Schoklender y otras 16 personas de la conducción de la Fundación “para que quede todo claro”. Hebe reveló que las diferencias con Sergio Schoklender comenzaron cuando el ex administrador quiso transformar a la Fundación en una empresa. Prometió profundizar las obras.

Hebe es fuerte. Está algo débil de salud, pero es fuerte porque es de esas mujeres que siempre van para adelante. Después del abrazo popular que recibió el jueves en  Plaza de Mayo, tuvo un ataque de asma, le subió la presión y el azúcar en sangre. Los médicos la medicaron y le prohibieron salir porque “tiene que cuidarse”, cuenta sin dramatismos. Desde ese día, su hija Alejandra no se separa un minuto de ella. La protege en su casa de La Plata, donde la titular de Madres de Plaza de Mayo recibió a Tiempo Argentino. Ni bien empieza el diálogo, ayer, bien entrada la noche, Hebe Pastor de Bonafini aclara que no quiere mezclar los sentimientos personales cuando habla del mal momento que está viviendo desde que el ex asesor de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, Sergio Schocklender, fue denunciado por supuestas operaciones de lavado de dinero y malversación de fondos públicos.  La titular de la Asociación decidió hablar sobre esas denuncias y sobre la investigación a cargo del juez Norberto Oyarbide y el fiscal federal Jorge Di Lello. Anuncia, firme, convencida, que también decidió apartar de la Fundación Madres de Plaza de Mayo a Pablo Schocklender y a 16 personas. “Si cometieron delito tendrán que pagar. A través de esta entrevista, anuncio que acabo de separar a Pablo y a otras 16 personas. Por las dudas, para que quede todo prolijo”, subraya desde la cocina de Alejandra. A pocos metros se ven fotos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández y una réplica en miniatura de la Pirámide de Mayo que le regaló la presidenta y ella le cedió a su hija. “No me arrepiento de haberle dado una oportunidad”, le dice a Tiempo Argentino sobre Schoklender.
-Sueños Compartidos le cambio la vida a mucha gente, ¿qué es lo que más valora de la misión? ¿Después de las denuncias contra Sergio Schoklender se arrepiente de haber llevado adelante este proyecto?
-No, para nada porque es un proyecto que involucra a miles de personas, a 5000trabajadores, una cantidad enorme de viviendas entregadas, otras en ejecución, hospitales, escuelas. Vamos a hacer gimnasios y polideportivos. El proyecto sigue, es un proyecto de mucho ejemplo porque los trabajadores están en blanco, agremiados, porque trabajamos con gente a la que no se tuvo en cuenta en muchos años, es la gente más marginada gente que cartoneaba con sus hijos de noche, que no sabía lo que era levantarse temprano para ir a trabajar. Con el primer sueldo que cobró una chica vino y me dijo, sabe Hebe ahora el carnicero me fía. “Mirá lo que la pone contenta”, yo pensaba en la casa. Nosotros le damos trabajo a esa gente. No es que se hacen la casa para ellos. Ellos edifican viviendas, en algún momento les va a tocar una, se va haciendo de a poco en los terrenos que nos da el municipio. Tenemos una forma de trabajar con la gente, si hay comunidades indígenas afuera les hacemos un lugar donde rezar, los respetamos en sus necesidades.
-¿Cuándo inauguraron las primeras casas?
-Con Néstor, en 2009. En 2010 inauguramos casas especiales para discapacitados. El proyecto nació hablando con las Madres, pensamos cómo queremos que nos recuerden. Y a mí me dolía tanto que sólo nos recuerden por la persecución a los milicos. Ya teníamos imprenta, universidad, pero la gente siempre asocia para ese lado. Y pensábamos a ustedes cómo les gustaría que nos recuerden, conversábamos. Entonces empezamos a hablar y hablamos con Sergio y surgió Sueños Compartidos, que primero parecía algo muy loco pero que se puso a funcionar muy rápido. Primero con el gobierno de la Ciudad, pero luego con Macri fue imposible porque es una máquina de impedir. Y el gobierno es el que pone el dinero, con certificados que se cobran a medida que se va construyendo y después de ahí se saca el sueldo de los trabajadores, que se paga con tarjetas. Luego fue creciendo y teniendo solidez. Al punto que Uruguay y Brasil también nos han pedido. Cuando yo fui a Ciudad Oculta y vi tanto carro, tanta mugre, tanto niño caminando, me preguntaba cómo no se nos ocurrió antes. Cómo hemos perdido tanto tiempo, con tantos años de trabajo en las Madres. Pero había que ir a dar.
-¿Cómo se hace para seguir adelante con el proyecto, en este contexto de acusaciones?
-Las acusaciones son contra el apoderado, que era Sergio, y contra su hermano, y si cometieron delito tendrán que pagar. Acabo de separar a Pablo y a otras 16 personas más. Por las dudas, para que quede todo prolijo. Todos los imputados están separados, porque no vamos a poner en riesgo todo, sabemos lo que hacemos, cómo podemos responder pero la cosa está muy seria. Creo que las cosas van a andar bien.
-¿Nadie le advirtió sobre Schoklender, no le habían avisado que había algo raro en su forma de llevar adelante el proyecto?
-Y, no… porque Sergio era un tipo que trabajaba 30 sobre 24 horas, le pagaba a la gente y las construcciones se hacían.
-¿Y qué fue lo que la puso en alerta?
-Hace un año empecé a tener discusiones con él porque quería convertir a la fundación en una empresa. Y yo le decía “mirá, Sergio, esto no es una empresa, somos un emprendimiento, somos soldados de este proyecto nacional y popular”. Y le decía “vos, con este proyecto que tenés, de las casas que caminan, que están y que existen, y que es cierto que son un invento impresionante, querés convertir a la fundación en una empresa. Y yo no tengo ningún interés en que esto sea una empresa. Quiero que siga siendo una fundación, como está”.
-Shocklender quería armar una empresa…
-Claro, él quería hacer una empresa porque para hacer esas casas, y que caminen, hay que poner una fábrica nueva, hay que poner mucha plata. Pero yo no estaba dispuesta.
-¿Y con qué argumento Schoklender le decía que había que crear una empresa?
-El argumento era que había que hacer más casas pero si el gobierno no lo necesitaba, ¿para qué? ¿Para qué abrir más fábricas? Pero a mí nunca me gustaron las empresas. Las empresas funcionan de otra manera. Y después de esa discusión empecé a ver cosas que no me gustaron.
-¿Qué cosas no le gustaron?
-El manejo de la situación, sobre todo, porque eso significaba pedir proyectos para que tales o cuales fueran considerados. Yo no quería.
-¿Y usted confiaba plenamente en él?
-Sí, porque las obras se hacían. Si el gobierno a mí me decía “mirá, Hebe, acá falta plata, esto no se hizo”… pero eso no pasaba. Si no yo hubiera actuado antes. Pero nunca hubo una desconfianza ni nadie me avisó que faltaba plata.
-¿Y su relación con Sergio Shoklender influyó en este tema?
-No. Yo soy muy terminante. Para mí es primero y único lo que representan mis hijos. La Fundación de las Madres y mis hijos están primero que todo. Y mis hijos están primero que todo en este contexto, y los voy a defender a capa y espada. No voy a defender nada ni voy a esconder nada. Y mi sentimiento es una cosa personal que no tengo por qué contar.
-Durante estos últimos días, lo que se estaba poniendo en juego era eso, que usted tenía una relación tan estrecha con Sergio Shoklender…
-¿Y a usted le parece que es la primer familia en la que suceden estas cosas? ¿O la primer madre a la que un hijo le hace una cagada? No soy ni la primera ni la última, no le quepa la menor duda.
-¿Qué recibió de la gente?
-Afecto, apoyo. Me llaman y me llaman y me llaman. Amigos y gente, y hasta jueces. Hay convocatoria de gente que incluso se quería convocar para venir a La Plata. Y llamados que me dicen que están para lo que yo necesite, “acá estamos para vos” y que se preocupan porque me vieron enferma. De la gente del gobierno, de afuera, de adentro. Eso ni hablar. De las provincias. Porque la gente sabe que nosotras tenemos una conducta, sabe cómo vivimos. Y nosotras, las Madres, nos pagamos hasta el agua. Porque además yo quiero recordar que nosotras, las Madres, no cobramos plata, no cobramos la reparación (la indemnización que fijó el Estado por los desaparecidos, NdR). No cobramos sueldo, como algunas versiones dijeron por ahí.
-Hubo varios dirigentes políticos que dijeron en los últimos días que, además de la investigación de los hechos, también se está dando una operación mediática para perjudicar a Cristina y a las Madres de Plaza de Mayo. ¿Está de acuerdo?
-Sí, eso está claro. Eso es así. Clarín está con la soga al cuello, La Nación. Y todos los politiquitos a los que nosotras siempre hemos jodido, como Duhalde. Y además los medios. Porque nosotros tenemos dos diarios, 678, un canal y poco más: y sin embargo mire todo lo que podemos hacer: dar vuelta el pensamiento de la gente, que la verdad cuesta.
-También está el ataque al valor simbólico de lo que significan las Madres.
-Claro, el ataque a las Madres. Por eso lo mencionamos en el discurso. Pero a mí me preocupa que la ataquen a Cristina, porque por rebote se la agarran con ella, por su relación con las Madres.
-Como que el gobierno le está dando dinero sin control…
-Pero nunca fue así, porque el gobierno nunca nos dijo “mirá, Hebe, que falta plata”.
-¿Y quién se va a hacer cargo de la misión Sueños Compartidos tras esta decisión que acaba de tomar?
-Bueno, hay un grupo con el que ya estábamos trabajando. Es gente que está con nosotros y siempre estuvo. Porque el proyecto sigue trabajando. Nada paró. Todo sigue igual, los que dirigen la universidad, los que dirigen la radio, los que dirigen la librería, la biblioteca. Todos siguen trabajando, nada se paró. No se paró el mundo porque hay un montón de hijos de buena madre todo el tiempo hablando sobre Schoklender.
-Usted dijo recién que tuvo un encontronazo con Sergio porque él tenía otros proyectos que usted no compartía. ¿Usted había detectado que existían irregularidades?
-No, porque si no enseguida hubiera tomado la decisión.
-¿Y cómo surgió todo esto entonces de un día para otro?
-No sé, querida, porque empezaron a investigar… En realidad, porque él (por Schoklender) se fue. Él presenta su renuncia en diciembre, que nunca se había puesto en práctica. Y a partir de ahí lo separamos de la Fundación.
-¿Y cómo le cayó a usted que Sergio le diera una entrevista a Clarín?
-Eso es lo que pasa cuando una persona está acorralada. Cuando le pasa algo así, suele hacer este tipo de cosas. Y va a cualquier lado, se mete en cualquier cueva. Porque ir a esos medios es meterse en una cueva.
-¿Entonces hace meses que él no estaba trabajando con la Fundación?
-No, hasta diciembre estaba. Desde diciembre empezaron a haber diferencias, empezó a estar menos tiempo, porque estaba dedicado a ese proyecto de hacer más casas. A mí me parece que siempre a las Madres se las ninguneó. No hablemos de los medios. Nunca mostraron los libros que nosotros sacamos. Salvo ustedes y Página/12, los demás diarios no los sacaban. Libros que tienen peso. Nadie sabe cómo laburamos, los premios que tiene la radio, los programas premiados, el curriculum que yo tengo a mí me da vergüenza mostrarlo. Los premios, los doctorados. El doctorado más importante que a mí me dieron, el doctorado Honoris Causa de la Universidad de Bolonia, creado especialmente para una mujer que casi no había ido a la escuela, por lo que significó para la formación y la educación. Y no lo sacó ningún medio. Por algo nos ningunean tanto. Y lo bueno de esto, sin embargo, es que sí lo sabe el pueblo.
-¿Cuál fue el gesto de solidaridad que más la conmovió en los últimos días, desde que las denuncias llegaron a la tapa de los diarios?
-El gesto que más me conmovió tuvo que ver con esa cosa de creatividad: unos pibes, unos músicos, nos mandaron una torta a las Madres, y para envolverla eligieron una carta, que estaba dirigida a nosotras. Me dio una ternura impresionante. Y otra señora, el otro día, en Cocinando Política, cuando vino Amado Boudou, me trajo un bizcochito de naranja, con gelatina de naranja y cascaritas, muy bien hecho, todo rodeado con cartitas de sus hijas. Y la convocatoria de la CGT también me llamó la atención.
-¿Y por qué no dejaron pasar el otro día, en el programa, cuando estaba Boudou, a los periodistas de Clarín y La Nación?
-Porque nosotras tenemos derecho a dar paso a los amigos. Y ellos decían, “ay, el ministro, no nos deja pasar”, y no era el ministro: éramos las Madres las que no los dejábamos. En la Plaza de Mayo no, claro, porque es un espacio abierto. Ahí podían sacar lo que quisieran, pero no me importaba. Porque yo no desayuno mierda, yo a la mañana me tomo el mate cocido.